Que
tienes toda la razón, Pereira. Pero es que has faltado al respeto nada menos
del cuarto poder. Entre eso y la demagógica e hipócrita contumacia a cogérsela
con papel de fumar, pues te llueven chuzos de punta ¿qué esperabas? Por
otra parte, sí es verdad que hay muchos tipos de Prensa: la grande, señorona de
tacón alto y salón encerado, sobrepeso en quilates y gesto altivo: no en vano
elige o hace caer a presidentes de gobierno, financieros, estrellas del
firmamento mediático... Se acuesta
con cualquiera, a condición de que sea potente. Todos lo saben, nadie se atreve
a criticar sus fáciles costumbres. Después está la prensa de colores,
que tiene muchos nombres (amarilla, rosa, tabloide, sensacionalista),
vulpeja que se concede en cantidad, que no en calidad. No es menos rica que la
anterior, aunque no tiene su influencia, ni le importa. Encuadraría la
deportiva en este grupo. La que quizá menos cuenta es la conocida como Prensa
de investigación (mal llamada de denuncia), la de los Woodward y Bernstein, la
de nuestro buen amigo -por lo que nos toca y me toca personalmente- López
Galiacho, la de Sergio Medina, la de los corresponsales de guerra desconocida, la
de los periodistas de países sojuzgados al poder de un tirano, la de tantos y
tantos anónimos y honestos profesionales de los que jamás conoceremos su nombre
a nos ser que vendan en alma e ideales a los diablos de sus redactores para
echar barriga y dejarse de ingenuidades quijotiles.
Finalmente, distinguiría por su grandeza a la Prensa que no lo es, la de los
Leopoldo “Alas”, Valle-Inclán, García Márquez, Cela, Umbral, Campmay,
Rees-Mogg, Montanelli, entre muchos otros genios que dieron lustre a los
periódicos en los que escribieron, sin haber jamás estudiado ese bodrio*
llamado “Ciencias de la Información” creado (en España, que no es frecuente
encontrarlo en países cultos) por acomplejados que no tenían título de estudios
–como si fuera importante, si hay talento– y parir el enésimo tributo al corporativismo
profesional. De uno de los primeros, los genios etiquetados como periodistas part-time, Oscar Wilde, dejo dedicado a
Pereira su juicio sobre la cuestión:
“La diferencia
entre literatura y periodismo es que el periodismo es ilegible y la literatura
no es leída. (...) Hay mucho que decir en favor del periodismo moderno. Al
darnos las opiniones de los ignorantes, nos mantiene en contacto con la
ignorancia de la comunidad”.
Saludos (especiales para Pereira, por solidarios).
(*)
A estudiantes y titulados en tal artificio que puedan leer lo que he escrito:
apelo a su inteligencia y sentido crítico para que no se sientan atacados en su
vocación, y mucho menos personalmente. Repruebo la ridícula titulación
académica que se han visto obligados a estudiar para poder ejercer la profesión
que aman. Les propongo una investigación: pregúntenles a cierto patético personaje, uno
de los principales padres de la criatura,
sobre su época juvenil, en el Palacio de Liria, donde su padre trabajaba, cuando,
medio tullido el pobre, intentaba conquistar la duquesita Cayetana con tiernas
poesías sin recibir jamás la mínima respuesta de la cortejada y cómo ello
influye en su vida posterior y su avidez por títulos de toda especie, incluídos
los nobiliarios.