Orgullo el de nuestros árbitros, en especial algunos como el de ayer, que saltan al césped como si fueran mariscales de campo y tuvieran que dirigir la contienda a base de tarjetas, que manejan con una soltura que ni el comercial de una nueva marca intentando abrirse paso en el mercado.
Prejuicio el que se ha creado en torno al Kun Agüero, a quien le está saliendo más cara aquella famosa mano que a Aznar la foto de las Azores.
Que iba a ser expulsado cualquier día por cualquier tontería, estaba claro. Bonito homenaje del estamento arbitral al pequeño bonaerense en el día en que recibía su trofeo. Como claro está que aun con una pierna debajo del brazo, después de haberle sido desprendida del cuerpo por un rival dentro del área, no le pitarán un penalty en España. Simple consecuencia de esta mezcla indignante de orgullo y prejuicio.
Entre tanto, los medios mediatizadores, a darle caña, para hacer crecer el prejuicio y alimentar el orgullo. Qué diferencia con respecto a Messi y otras estrellas y estrellitas. Aunque nada sorprende, después de ver lo que se ha visto con Torres.
Y qué decir de la dirigencia rojiblanca. Se ve a la legua que callan porque influyen. ¿O no?