Creo que por mucho que viva jamás podré olvidar el gol que le metió Fernando Torres al Trampa$ aquella noche en el Calderón. Sí, ese gol que que se escuchó a nosecuántos kilómetros de distancia, el mismo. Y eso que algún tiempo después vino otro gol suyo que nos dio la Eurocopa y que también celebré por todo lo alto. Y mira que hace bien poco el Uruguasho metió otro que nos dio la Europa League y que provocó en mí el despiporre e incluso las lágrimas. Sí, todos esos goles estuvieron muy bien y son también inolvidables. Pero gritar, lo que se dice gritar, jamás he gritado un gol como el del Niño al Trampa$. Grité ese gol de tal modo que al volver a sentarme en mi asiento noté que tenía mi cabeza a punto de estallar y que mi voz aún retumbaba en mi cerebro. Y fíjate tú que ese gol no supuso ningún título ni ninguna salvación. Tampoco es que fuera de una belleza o plasticidad especial. Ni siquiera fue por el hecho de que el rival era el que era. No, no fue por nada de eso.
Lo grité así, lo sentí así, porque llevaba mucho tiempo esperando ese momento. ¿Esperando por meter un gol al Trampa$? No, de esos he visto muchos (no tantos como yo hubiese querido) y todos, de una manera u otra, me han llevado al cielo. Pero éste fue especial. Y lo fue porque llevaba tanto tiempo viendo como la prensa le metía caña al Niño (que si no le mete un gol al arco iris, que si cuando ve a Casillas se caga, que si cuando ve lo blanco se acojona...), llevaba tanto tiempo siendo testigo de la injusticia y acumulando toneladas de impotencia, que cuando, después de unas décimas de segundo infinitas, vi que el balón besaba la red, mis sentimientos y mi garganta se desbordaron como nunca.
Pues bien, fíjate tú por donde me da que, como esta noche el Niño moje, al igual que aquella noche del Calderón, me voy a dejar la garganta (y la cabeza entera, si es preciso) también celebrando el gol. Es tanta la necedad, es tanto el rencor, es tanta la bilis que he visto estos días de atrás desparramada por los medios, que sólo espero que los mismos que la han estado soltando se la vuelvan a tragar. Enterita.
¡Vamos, Fernando; ánimo, Niño!
"¿Qué hay más bonito que defender tus valores hasta el final, no de ganar de cualquier manera, sino de la manera que tú quieres?" Fernando Torres.
¡ A ú p a A t l e t i !