Matilde cerró la puerta a menos cuarto. Creía recordar que ya había acudido unas tres veces sobre esa hora, y que tampoco era pa tanto. Es más, le molaba. Podía picar hasta un pelín el sol... Además, tenía muy buenos recuerdos de las anteriores; sobre todo de aquella contra el Betis. Incluso, podía dar tiempo luego a tomarse unas cañitas por los aledaños del Estadio. En alguno de los múltiples bares que se desparraman a los pies del monumento al Hincha o alrededor de la parada de metro "Vicente Calderón". Y si mamá hace la zampa, puede que hasta dé tiempo a echarse una partidita en el casino flotante del Manzanares. Las 12, no era mala hora, aunque le traía también jodidillos recuerdos de divisiones en el Infierno con cartelones de Kiko currandose una chilena. Y recordó de pronto que se colgaba el partidillo de su sobrino, que estaba despuntando en las categorías inferiores... Si el Atleti lo es todo... Así que Matilde, echó la llave un poco subidita de adrenalina. Claro, iba a ver a su Atleti...
Vicente salió de su casa a en punto. Por segunda vez en su vida, no iba a echarse una siesta. En esta España donde le pusieron, tapear hasta que el cocido de la señora madre se reseca y hacerle una honrada digestión, bien empotrado en el sofá frente a los documentales de La 2, bien casi que con pijama y persiana cerrá, está dentro de la Constitución. Nadie se explica cómo olvidaron ponerle número al artículo, pero conforma una ley que se practica muchísimo más que "todos los españoles somos iguales" o "el español tiene derecho a un trabajo y una vivienda digna". Las 3 de la tarde. Y le vienen a contar que en Inglaterra, ese país donde echan a patadas a los gestores aprovechaos y dónde la prensa deportiva suele ponerse de parte de sus "clientes-aficionados", se juega a esa hora. Ya. Pero no dicen que los que papean a las 2, son o bichos raros o hispanos. Así que Vicente, salió con un pelín de mala hostia de casa. Eso que iba a ver a su Atleti...
Myriam arrancó el coche a y media. Era la cuarta ocasión en la temporada en que les tocaba a las 5. Cuando 2 ó 3 días antes los benefactores de la LFP, al 6, la 5, la 4, la 3, la 2, la 1 o la 0, con puerta o sin ella, le comunicaban el calendario sin amañar, ya sabía que pasaría el día en Madrid. Entre pitos y flautas, que se suele llamar. Bueno, sobre esa hora eran también los toros y siempre podría encontrar a algún salao bajando desde Pirámides que le señalara los pechos pa sacarle un colorao en las mejillas, emparejando graciosamente el corner con los chiqueros. Es que son de un gracioso los piropos de un buen chulapo del barrio de La Paloma... Se los ríe hasta Yegüesero que, como el Chechu Rojo, se ponía el II de apellido. Con tanto pitón, se le coló un fugaz pensamiento sobre algo de Chamartín, en tanto accionaba el intermitente pa salir a la calzada. O carretera. O carretero... O cómo coño se tenga que llamar ahora a esa vía/o con líneas/os continuas/os que une ciudades/os y pueblos/as. Así que Myriam, partió confundida. Normal, iba a ver al Atleti...
Tomás subió al autocar a menos veinte. Cinco.bravas-cinco veces había contao con el Fútbol a las 7. Eso no era el mal mayor. Sería hasta llevadero si el autobús dispusiera de asientos más cómodos en los que plancharla con cierta dignidá. O que el cluz o la puñetera empresa de transportes le pusiera un traumatólogo el lunes, a primera hora. Estaba en la edad esa en que se es demasiado viejo para el rock and roll, y demasiado joven para morir. ¡Con la de botes y sobas que tenían aquellos raídos asientos en sus tiempos de canitas al aire...! Bueno, tampoco era tan traumático, leñe. De la incomodidá del asiento del autocar, se pasaba casi directamente a la roña del asiento azul del Estadio. Un Calderón que parecía habersele caído una estrella cada año. Y eso que tenía tantas como la mejor birra de Mahou. Que ahora se pronuncia Mou. Como coños sea, pensó Tomás. Y descorrió las cortinas de color indefinido pa entregarse al paisaje manchego. Como Don Alonso Quijano lo hiciera desde su rocín flaco. Vid tras molino, iba a ver a su Atleti...
Judith cogió la Bufanda a y cinco. Llegaba pegá. Y tendría que aparcar donde Moisés perdió las Tablas. ¡Cagüen...! Si es que eso de las 9, como que venía a desmano. Encima, un domingo. Y si palmaba el Atleti, el lunes empezaba ya a las 11... No sé, tenía mal pálpito para hoy. Eso que llevaba su muñequera-talismán, y había echao el pie derecho primero pa salir del portal. Judith, como los presis y conejeros delegaos, no se había parao a pensar en toda aquella gente de las Peñas que habría de volver en bule a cientos de kilómetros del Sagrao. Bastante preocupación tenía ya con buscarse las habas pa cuando toque la Peineta... Incosncientemente, con la idea de la Peineta, pensó en la Martirio. Y con la Martirio, en los del palco. Y de los del palco, volvió a saltar a una peineta. Ella no era de las del pescuezo. Se conformaba con ´hacerles a 5 centímetros del jerón, una buena y luisiana peineta. ¿No nos quieren de peineta...? Judith salió tarifando de su Casa. Con tanta prisa, que apareció despeinada en la rue. Y bajó con otros 14, Paseo Imperial abajo. Altiva; iba a a ver a su Atleti...
Iván echó su primer trago a y diez. Era sábado de rasca y llevaba ya una previa maja en el parquecillo, calentándose con birra de a litro, camuflá en una bolsa de plástico verde. Por si aca... El botellón en los aledaños de un Estadio de Madrid es algo bastante difuso, y uno roza la ilegalidá-legal. No como adentro, que está bien clarito: los justos de monederos a Grada, a laicker sin bocata; y los pudientes de palco a chivas y jamón de azafata. Iván, del que dicen es un borracho por beberse en la calle lo que otros se privan en sus hogares o puticluzs favoritos. Del que dicen es un vago porque cuando no curra, descansa, y no jode a los demás currelas. Del que dicen es un delincuente, porque se dedicaba a mangar chuches en la tienda de la esquina, en vez de ayuntamientos o clubes... Iván, el Terrible, fué registrado en los tornos a menos cuarto. Y a menos diez, andaba amasando bolas de nieve 5 estrellas de los asientos del Fondo. Entre bocatas-iceberg que el carbono 14 señalaba del cuaternario y roña que recibía el tratamiento de Patrimonio de la Humanidá. Empezaba la fiesta; jugaba su Atleti...
Carmen estaba sumida en un mar de dudas a menos veinticinco. No sabía si salir a la disco o al Fútbol. Por un lao estaba aquél chavalito que le hacía tilín y por otro, su Atleti. Que jugaba un partido de la máxima que querían ver desde China hasta Vietnam. El mercao, lamarca y esas cosillas del querer. Así es que el conejero delegao, usando de portavoz a su marioneta, y en un gesto de buena voluntá, había decidido que, en deferencia a que coadyuvó en robar las acciones del Club a los chinos, debía regalarles un no-madrugón. Angelico. Siempre tan atento... Carmen se lió la manta a la cabeza, y se echó al monte, a por la ruta del Bacalao. Que este año, empezaba en un garito de Virgen del Puerto. Mientras caminaba deprisa, pensó que a aquello se le podía dar un toque definitivo de modernidá. Y que un partido a las 12 de la noche, bien merecía que se empezase con un "Esta sí, esta no". En vez de ese Himno tan obsoleto. Con una sonrisa a medio gas, se marcó unos pasos de jaus en mitá del Paseo de los Melancólicos. Y se vino arriba cuando comprobó que le cuadraba fetén con ese "yo no me voy del Manzanares...". Del estadio Vicente Calderón. Donde acuden a millares. Los que gustan de la disco y su emoción. Y arqueada de piernas, entró al Campo. A bailar con su Atleti...
Samuel, preguntó a su padre a y veinte. Le acababan de regalar los Reyes un flamante traje del Atleti, y llevaba casi tres meses sin poder estrenarlo. Entre el vermú, la siesta, el mus, el partido de alto riesgo, el "mañana es lunes y es muy tarde" y la disco con mamá, no había sindicato que le sacara de esta. Ni cientos de miles de críos organizaos pa currarse una huelga general. Estaba entre jodido y confundido. Incluso pensó en mandarles su traje nuevo a un niño asiático... pa que viera a su Atleti...
S I E M P R E H I N C H A S.-