Joder, lo de este tipo sí que es realmente digno de estudio en las escuelas de periodismo de alguna de las costas norteamericanas. Es el espíritu de superación hecho carne; cada programa, un grado más de endurecimiento de la cara y alargamiento del morro; cada sesión, un peldaño más abajo en la escala de la "burricie".
Qué oena que mi hija no me haya salido lo suficientemente tonta y carente de conciencia para encauzar su futuro hacia el noctambulismo radiofónico