Yo, como Ozemaria, sabor agridulce. Dulce porque cuando el equipo se planta así en el campo, con ese dibujo, esa intensidad y esos nombres, da gusto verlo. Todos trabajan, todos se ayudan, todos están en el partido. A mí me gusta especialmente cuando un jugador se descuelga del dibujo y va a presionar donde quizás no deba, al portero, a un lateral, y todos sus compañeros olvidan lo que están haciendo y le siguen. Nadie se queda nunca sólo, es precioso.
Pero también me deja un gusto amargo porque ayer se pudo constatar que este equipo no tiene alternativa alguna en puestos demasiado importantes. Baptistao no puede ser alternativa a Adrián jamás en la vida, es un futbolista hoy por hoy sin intensidad ni presencia, por lo que Diego Costa y Villa se tendrían que jugar 60 partidos cada uno, y ni el uno por la intensidad con la que juega ni el otro por la tralla que lleva van a poder hacerlo. Tras ellos, nada de nada, y haría falta no uno, sino dos para cubrir este sistema de manera adecuada. Uno no puede jugarse tres competiciones de tantos partidos con un 4-4-2 como sistema de partida con sólo dos delanteros en plantilla.
A ver contra el Rayo cómo se comporta el equipo, este año vamos a tener muchos partidos así, con el contrario descansado y nosotros fundidos tras haber jugado con los mismos once y a toda pastilla, no nos queda otra, tres días antes.
Y en otro orden de cosas, decir que parece que este año el Barça sí tiene entrenador, mala noticia.