Hoy no nos ha matado Gameiro. Como no lo ha hecho Carrasco. Podía haber sido, pero después de cada una de estas pifias, ha habido oportunidad de meterse de nuevo en la eliminatoria. Ha sido un partido con muchísimas fases. Lo que nos mata, como siempre, son los detalles, esos que se dilucidan entre junio y julio, y que tanta ascendencia tienen en este tipo de enfrentamientos. Los grandes, que se dijo. (Como el año pasado y el anterior y el anterior del anterior... Como siempre. Y que lo volverán a hacer.) Esos detalles que se señalaron en su momento al calor de la venida de este jugador, que, como también se dijo, no era responsable de nada. Ni tan siquiera de sus furibundos defensores, que eso: las formas, ya ni siquiera el fondo, que eso también. Nos mata Calamidad. Nos matan los consentidores, los paniaguados y los acólitos. Y nos mata el hormigón. ¡Aúpa! Siempre.