Yo no voy a criticar a mi jugador cuando ha sido la víctima, una más, de un tipo de árbitro que solo es posible en España. Un tipo abiertamente parcial que se dedica a joder a los equipos rivales del club del que es peñista, y a regalarle los partidos a su amado Royal Mandril. Un impresentable, maleducado y tramposo. El árbitro preferido de Florentone el mafioso. Con todos ustedes, el contorsionista extremeño, la cucaracha merengola, la basura que huele a kilómetros, el esbirro fanático y servil de Gil Manzano. Yo quería hablar de fútbol, y claro, no puedo más que referirme al que hizo la jugada más desequilibrante del partido. la gilmanzaninha: convertir la falta y tarjeta por agarrón descarado del jugador bilbaino en una expulsión del que sufrió la falta. Es la magia de los crack, esto no te lo hace nadie. La clave está en la sorpresa, y en elegir bien la víctima. Un jugador joven e impetuoso. Una falta evidente, y cuando Joao gira la cabeza ve que la tarjeta es para él. En ese momento ya lo tienes en el bote, va a caer en tu trampa. Si no te protesta en ese momento, caerá en la siguiente. Lo tienes calentito, eres una máquina Jesús, otra muesca en tu revólver. Costa, Gabi, Griezmann... son tus trofeos de caza, a todos conseguiste expulsarlos con la mezcla de tu cara de subnormal madridista y tus decisiones abiertamente provocativas. Otro empate que has rascado, que el equipo podía volver a hacer la gracia de ganar en ese arreón final. Pero eres listo y pitaste antes de esa contra que hubiera fastidiado tanto esfuerzo, donde se quedaban solos mano a mano con el portero. MVP; crack; dando puntos desde el comienzo. Sigue así, cuando dejes el campo seguro que serás el comentarista arbitral que diga que todo bien, que Casemiro no debió ser expulsado, que no es mano el gol, que hablar de los árbitros es de llorones, que tú eres imparcial y que hala Madrid, Florentino hazme tuyo. Qué asco da todo.