JAVIER GÓMEZ MATALLANAS. El Atlético de Madrid ha fichado a Tomas Ujfalusi, central checo de la Fiorentina. No ha fichado a nadie en este mercado de invierno, pero para la próxima temporada ya tiene atados a cinco futbolistas. Los nombres que ya han trascendido son el de Heitinga, defensa del Ajax, y ayer saltó a la palestra el de Ujfalusi, según adelantó el programa 'El Partido de la Una' de Onda Madrid.

Seguro que, a priori, los dos futbolistas están capacitados para rendir y potenciar el sistema defensivo del Atlético de Madrid (a Ujfalusi se lo ha birlado el Atlético al Sevilla, que en los últimos años ha fichado bastante mejor que el Atleti). Lo que no se entiende es que se les fiche para la próxima temporada y no se haya intentado apuntalar al plantilla en este mercado de invierno. Se entiende en términos económicos porque el Atético se lo gastó todo en ataque y se ha quedado sin un euro ahora para reforzar una plantilla que se veía de lejos que era necesario reforzar.

Cuando se criticaba la evidente descompensación de la plantilla rojiblanca, críticas vertidas incluso cuando Agüero y Forlán entusiasmaban con sus goles, desde el club se aseguraba que se había potenciado el ataque para esta temporada y que para el próximo curso, con el equipo previsiblemente en Champions, se reforzaría la defensa. Un equipo se empieza a construir por la defensa como una casa se empieza a construir por los cimientos. Pero el Atleti construyó su casa de esta temporada por el tejado. Y a mitad de la construcción se ha detectado que las vigas tenían aluminosis. Incluso una viga maestra (Maniche) ha sido quitada por peligro de carcoma inminente, a juicio del capataz, y no se ha reemplazado por otra viga.

Los ingenieros del Atlético no están cualificados para la tarea. Ni los arquitectos. Hay uno que hace de patrón, de arquitecto, de ingeniero y no tiene ni idea de lo que es un ladrillo. Lleva demostrándolo desde que llegó a principios de los 90. Es el que manda, el que mangonea, el que decide, y año tras año tiene que tirar abajo el edificio y construir uno nuevo. Luego hay otro que va de patrón y los trabajadores se mofan de él porque no tiene ni voz ni voto ni mando en plaza. El auténtico patrón ficha encargados y capataces que no pintan nada y cambia el plano y desquicia a los obreros a golpe de impulsos. Pero lo que fue un rascacielos va perdiendo altura, año tras año, en las últimas décadas y el arquitecto se equivoca siempre en los planos. Sin metáforas: el dueño no tiene ni idea de fútbol ni del equipo del que es propietario, sin ahondar más, porque igual concluiríamos que es un ‘okupa’, como el figurón que le acompaña.

Heitinga y Ujfalusi podrán ser obreros cualificados de Champions o peones de una cuadrilla que huya de la mediocridad a mitad de temporada. Ahora se asegura que el encargado (Pitarch) y el capataz (Aguirre) andan enfrentados, que el director deportivo ha pedido la cabeza del entrenador, según anunció también Onda Madrid ayer. Pero el problema no es ni el capataz ni el encargado. Ni que los curritos lleven currando a destajo desde junio pasado por la Intertoto y estén fundidos. El problema es que el patrón-arquitecto-ingeniero no sabe de fútbol. Y parece complicado que aprenda. Ha tenido más oportunidades que ‘El Platanito’. Alguna vez suena la flauta, como en el Doblete, y también esta temporada podría enderezarse el rumbo y podría conseguirse el objetivo de la Champions. Pero si ya empiezan a hacer al capataz la vaca, la cosa pinta chunga. Ojalá fuera así, por los fieles parroquianos colchoneros que siguen contemplando a su equipo como el Monasterio de El Escorial mientras que se lo están convirtiendo en un adosado construido sin ni siquiera tener licencia de obras. Y esos fieles aún aplauden cuando visitan cada verano el piso piloto, perfectamente anunciado en todos los medios de comunicación, por cierto. Pero cada día quedan más lejos los motivos de porque no quieren cambiar de casa y porque adoran esa construcción en rojo y blanco que un día fue una de las tres torres más altas de España.

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