Nadie va a discutirles a estas horas a personajes como Cerezo o Villar su condición de espabilados o de habilidosos. Ahí están sus trayectorias empresariales o profesionales para demostrarlo. Menos aún al sr. De la Morena, líder en audiencia radiofónica dentro del horario de emisión de ese programa que se autoproclama dirigido a borreguitos.
Pero de tal condición en modo alguno se deriva, al menos automáticamente, la inteligencia, esa sustancia espiritual que capacita para comprender cosas y sucesos. Seguro que todos sabemos de personas dotadas de extraordinarias habilidades y tremendamente espabiladas para ciertas cosas, pero que por y en lo demás demuestran carecer de una básica inteligencia. En definitiva, que son unos necios solemnes.
Pues bien, como necedades solemnes creo que cabe calificar lo hecho por los tres mencionados personajes en el 'affaire camisetas' (por cierto, esto me suena de algo).
¿Acaso alguien que no fuera un necio, siendo presidente del máximo órgano federativo del fútbol español, osaría a enfundarse en un acto lleno de personajes públicos y publicistas la camiseta del más laureado y a la par tan o más merecidamente odiado de los equipos de fútbol españoles?
¿Quién, fuera de un necio, siendo presidente del eterno rival del tal equipo, se atrevería a posar con su camiseta y su nombre escrito en ella para una foto en el acto en cuestión? Todos sabemos (o deberíamos saber) que a este tipo de personajes los equipos que poseen y dirigen les importan un bledo, al igual que la pasión con la que siguen sus destinos sus fieles aficionados. Pero ¿quién más que un necio no entendería que tal conducta es un desprecio demasiado manifiesto hacia estos últimos, que al cabo son los que le sostienen el negocio, y que en justa retribución probablemente le harán patente su público desprecio, con lo cual se verá destruido el prestigio buscado de forma hipócrita en el fútbol, a efectos de lustrar fortunas de poco brillo y aun obtener así la oportunidad de aumentarlas?
Mas no menor necedad considero compadrear y cachondearse de todo ello en una emisión de radio, en la que, día sí, día también, el emisor alardea de una supuesta condición de seguidor del equipo presidido por el anterior necio. ¿Y quién si no un necio se atrevería a llamar en público con tono despectivo ‘patilludo’ a una persona de la que nada sabe, para hacer chanzas y gracietas imbéciles a su costa, por ver si con ello se puede difuminar el efecto que cabe esperar provoque la necedad cometida por Cerezo?
Y, por cierto, como ya han señalado algunos foristas con perspicacia, ¿qué no habría dicho el afamado radiofonista de la necedad cometida por el sr. Villar, de no haber sido cometida junto con la de Cerezo? ¿Se imaginan que en lugar de éste se hubiera encontrado “degustando” (Cerezo dixit) en la fiestecita de periodistas, hombres de “cultura, arte y deporte” el ‘gordito del bigote’?