Qué poco estilo! La
grandeza de un equipo no sólo se mide en los malos momentos, se evalúa,
sobre todo, en los buenos. Que el Sevilla es un equipo que enloqueció
de éxito es algo que se pudo comprobar en la noche de ayer. Como la
chusma ahíta ajustaba cuentas en las calles del París revolucionario.
El Atlético superó a su rival por juego y por goles. Donde no llegó el
fútbol de los andaluces llegaron sus patadas. Criminal la entrada de
Poulsen a Raúl García, similar a la que sufrió el madridista Robben
hace unos partidos. No esperen el mismo ruido mediático de sables de la
prensa afín. Lamentable la acción de Maresca, la de Adriano sobre
Camacho, la de Luis Fabiano ante Pablo... la mal entendida chulería de
Palop. Tanto elogio y tanto título debió hacer creer a orillas del
Nervión que había nacido una nueva estirpe de intocables. Las palabras
de nuevo rico de Del Nido, durante todo este tiempo, tampoco ayudaron a
mantener la cordura, para qué nos vamos a engañar.
No es
así y ahora el Atlético reclama la gloria perdida hace unos años. Lo
hace con la legitimidad del que fue y es un verdadero grande. Lo que es
más importante, lo hace como lo hizo ayer, con actitud y argumentos
futbolísticos, que al final es lo único que sirve. Siendo así, uno se
alegra especialmente del carácter que mostró el equipo rojiblanco ante
un rival tan 'canchero' como el Sevilla. Ése es el camino para devolver
a la escuadra colchonera al sitio que le corresponde. Ésa es la
actitud, esas son las ganas, ese es el fútbol necesario para que el
Atlético se vuelva a colar en la elite del fútbol europeo