Un Atleti de Champions
JAVIER GÓMEZ MATALLANAS.
El Atlético de Madrid acaricia el objetivo. Se mantiene cuarto a falta
de tres jornadas y sólo una hecatombe impediría que no se clasifique
para la Liga de Campeones después de doce años sin disputarla. Todo lo
que no sea jugar la Champions League (de momento, sería la fase previa)
sería un fracaso mayúsculo para los colchoneros. Se trata de la
competición de clubes más importante de clubes y un club de la historia
y potencial del Atlético debería ser un fijo en ella. Pero desde que se
puso en marcha la Champions Legue, en la temporada 91/92, el Atlético
sólo ha participado en una competición, síntoma del empequeñecimiento
paulatino que ha experimentado en los cuatro últimos lustros.
El
hecho de no haberse clasificado para esta competición es síntoma de una
mala gestión deportiva. Si se clasifica debe montar una plantilla de
garantías para afrontar tanto la Champions, como la Liga y la Copa. Las
sensaciones que da el Atlético actualmente es la de un equipo menor que
sufrirá si no retoca bastante su plantilla. Celta, Deportivo, Getafe,
incluso el Valencia, han evidenciado en las últimas campañas que si no
cuentas con una plantilla competitiva corres el riesgo de sufrir en la
Liga por participar en competición europea.
Con Ujfalasi y
Hetinga ya cerrados, suenan fuerte el Cata Díaz, Sinama Pongol y Uche
para el capítulo de refuerzos. Pero lo primero que deben tener claro
los responsables del equipo colchonero es a que quieren que juegue en
el Atleti, marcar un patrón de juego, tener un plan. Para ello deben
elegir el líder que dirija la nave desde el banquillo. Se apunta a que
el elegido es Quique Sánchez Flores. Encajaría en un modelo de equipo
armado que juega al contragolpe. Puede gustar más o menos, pero si se
apuesta por él deben dejarle trabajar y montar una plantilla para que
desarrolle su propuesta de juego. Javier Aguirre no ha conseguido crear
un patrón de juego en sus dos temporadas de rojiblanco. Ha dado la
sensación de que las injerencias de los despachos han desestabilizado
sus intenciones, que la configuración de la plantilla no ha sido la
adecuado y que la exigencia de buen fútbol por parte de los 50 mil del
Calderón no ha llegado en ningún momento. El Atleti de Aguirre es una
moneda al aire, un bombo del bingo que igual te puede canta línea o
bimbo o tachar ni un número en el cartón. No se sabe a que juega, no
hay transición defensa-ataque ni sistema defensivo trabajado ni
desarrollado, depende sobremanera de la inspiración y pegada de los
Kun, Forlán, Simao y Maxi. Y la falta de sistema defensivo agudiza y
provoca aún más los errores individuales de una defensa que se ha
depreciado hasta tal punto que da la sensación de que ninguno de los
internacionales que la conforman están preparados para jugar en
Champions League.
La bicefalia que fagocita al Atleti (Gil
Marín y Cerezo) es un lastre para el regreso del conjunto rojiblanco a
la elite. El que manda (Gil Marín) ya prepara el equipo para la próxima
temporada. El que figura (Cerezo) monta incendios y el que manda debe
apagarlos dando confianza a Aguirre y a los jugadores para que no se
caían en la recta final de la ansiada cuarta plaza.
La
situación económica del club es harto delicada y de no clasificarse
para la Champions se tornaría en dramática. Incluso con la
clasificación en el bolsillo, la situación financiera del club sería
complicada, porque la operación inmobiliaria de venta del estadio
Vicente Calderón en la que se ha sustentado la viabilidad económica del
club, así como la ciudad deportiva de Alcorcón, también basada en otra
operación inmobiliaria, se encuentra bajo mínimos debido a la aguda
crisis que vive el sector inmobiliario en nuestro país. Esta
precariedad económica podría provocar, contra la voluntad de dirigentes
y de los propios jugadores, que el club se viera obligado a traspasar a
alguna de sus estrellas, incluso con el pasaporte a la Champions (fase
previa) en el bolsillo.
Los dirigentes del Atlético querían
hacer varios, escasos, retoques en la plantilla y estaban convencidos
de que así afrontarían el retorno a la Liga de Campeones con garantías.
Pero todo el entorno colchonero presiona para que, de una vez por
todas, fichen a jugadores de primer nivel y configuren una plantilla
competitiva. Eso le gustaría a Gil Marín, pero no tiene dinero para
hacerlo y la capacidad de endeudamiento se ha reducido al mínimo por la
crisis inmobiliaria. Por lo que la salida del Atlético podría pasar por
una venta del club. A pesar de su deuda, su potencial sigue siendo
interesantes para inversores extranjeros. Sería una buena salida.
Aunque Gil Marín prefiere apurar al máxima e intentar acertar por
primera vez en la confección de un proyecto. Enrique Cerezo ya expresó
la semana pasada, micrófono indiscreto de por medio, que estaba hasta
'sus mismísimos' del equipo, y da síntomas de abandonar la nave. Aunque
la Champions le pondrá 'trempante', la bicefalia que fagocita al Atleti se empieza a desmembrar. Y eso es, debería ser, bueno para el Atleti. Lo mejor.