El Atleti, a don Eduardo de Acha gracias, tiene
leyendas pa dar y tomar, como no podría ser de otro modo atendiendo a
su Historia. Apellidos ilustres con los que cada atletista ha engarzado
un vínculo de niñez que entre muchos se mantiene a pesar del
transcurrir de los años. Sobreviviendo incluso sus memorias a las
gambadas que haya podido jalonar su posterior vida de “civil”. Es
humano reconocer que en unas décadas de existencia, incluso el
hombre-dios tiene un porcentaje altísimo de ocasiones en las que meter
la pata. O simplemente comportarse de forma distinta al ideal que cada
uno mantiene sobre él. De ahí esa frase, que no por tópica deja de ser
bastante cierta, y a la que se suelen agarrar miles de corazones
desgarrados o abofeteados: el Escudo, ese, siempre está en su sitio.
Con el debido respeto a todas y cada una de las
leyendas, vestidas de corto o no, de primera plana o de entre
bastidores, que ayudaron a forjar la grandeza de este Club, me quedo
con Luis. Que es nombre que no lleva a equívoco, áun de ser corriente.
El nombre, insisto. Porque si lo acompañas del apellido “Aragonés”,
hablamos ya de palabras mayores. Pero hace tiempo, que esto no es flor
de una Eurocopa... Aunque no haya que hacer gotita de ascos al que me
gustaría no fuera su último logro. Gran logro. Muy cerquita de aquél
que nos hizo levantar la Copa de Campeones del Mundo. Como un pin de
brillantes, sobre un smoquin descuidado y algo raído. De uno de
Hortaleza, que nunca se ha llevao demasiado bien con estas cosas de
señoritos, que diría Gracita Morales. No, no se llame arribismo a quien
encuentra en este momento el adecuado para reivindicar un nombre. Su
nombre. Antes que se nos arrime esa compañera implacable enlutada y con
guadaña, instante en el cual surgen todos los homenajes del mundo
mundial. Luis mantiene (bendito presente) un palmarés cómo jugador y
técnico del Atlético de Madrid, imposible hasta ahora para ningún otro
hijo de la Casa. Tanto a título local, como nacional. Él es, además de
atlético, español, español, español...
También debe de haber atléticos, con muchas
mayúsculas, que piensan que emparentar la figura de Luis con este palco
que hemos querido y dado por bueno, no es lógico. Sólo recordarles que
ya estuvo aquí. Con los mismos desarraigaos ahí arriba. Para venir
incluso a sacarnos del fango de la 2ª División (no inmobiliaria). Igual
que Torres. Y al Atleti no le debería dar alergia tener a grandes
personajes entre su organigrama. No maradonas ni cruyffs, que nunca los
ha tenido, sino a SUS mitos. Los de estar por Casa. Necesitamos a
tantos... Y no estamos pa que unos los desprecien, y otros no quieran
que se pongan en la foto al lado del estiércol.
Así es que, espero con impaciencia el partido que
abra la temporada para el Atleti. Primero, por contemplar de nuevo esas
franjas de sangre y nieve que tanta magia operan sobre el consciente y
subconsciente de uno. Por mucho indirigente que se atocine en
devaluarlo. Segundo, por gritar a pulmón abierto ese “¡Luis Aragonés!”
que se ha venido coreando en tiempos de arena y sombras, y que
encuentra por fin su plenitud en la razón. El orgullo del trabajo bien
rematado, y la dignidad del atlético que cree en sí mismo. Aquél que no
tolera que nadie pise su Escudo en sus mismas narices.
Gritando “Luis Aragonés”, se dicen muchas cosas en dos palabras.
S I E M P R E L U I S.
S I E M P R E A T L E T I.-