Aguirre es un hombre que tiene dos caras:
Una hacia la prensa y el público. Amable, educado, simpático. Da la razón cuando se le dice que el equipo juega mal. También cuando se le dice que los jugadores cometen errores infantiles. Da la razón cuando se le dice que los jugadores se despistan, que tienen una o varias lagunas de desconcierto colectivo durante cada partido. Sonríe, promete corregir, promete actitud, promete resultados. "No se puede fallar" repite, y asiente.
Y la otra la del entrenador que se pasa el partido protestando al árbitro (muchas veces sin razon) en vez de corregir al equipo. La del entrenador cuyo equipo sale "a ver que pasa". La del entrenador de un equipo que despues de dos años no ha mejorado NADA. La del entrenador del equipo que juega muy mal, muy miedoso, Un entrenador muy tragón con la directiva. La del entrenador que siempre hace ver que "le falta un jugador". El entrenador de un equipo que siempre necesita "un milagro". Nunca méritos propios de un trabajo bien hecho, programado, previsto y que da sus frutos.