Toda una vida (futbolística) auto-culpándome de esa manía persecutoria hacia los árbitros, pensando que en el fondo, solo mi mala fe podía no creer que sus errores eran inconscientes y parte del juego, y ahora resulta que no, que no tengo motivo para flagelarme.
Gracias Sánchez Armiño, tu tétrica disculpa ante el tontin presidente del Valencia me ha liberado de esa carga.
Saludos