El 19 de abril de 1970 el Atlético se proclamó
campeón de Liga en el último partido jugado en Sabadell, un 0-2 ante
15.000 hinchas rojiblancos que se desplazaron ese día a la Creu Alta.
Ufarte abrió la puerta y Calleja abrochó el título con su gol.
El partido era uno de esos que aparecen a lo largo de la historia de
un club y en la carrera de un profesional en el que sólo vale ganar o
ganar, que diría Aragonés. Así lo recuerda aún Isacio Calleja,
posiblemente (dejémonos de eufemismos, sin discusión el mejor lateral
zurdo de la historia colchonera: 14 temporadas, 425 partidos oficiales,
dos Ligas, cuatro Copas y una Recopa de Europa, amén de la Copa de
Europa del 64 que España le ganó a la URSS en el Bernabéu). Calleja
guarda esa jugada en la retina y aunque va ya para 38 años, la explica
casi con la precisión de un cirujano. En realidad, con la felicidad con
la que la disecciona paso a paso casi daría para llenar la primera
página de este reportaje con una auténtica leyenda viva del Atlético de
Madrid.
"Esa Liga la terminamos peleando el Athletic de Bilbao y
nosotros, ellos jugaban la última jornada en casa con el Celta y
ganaron 1-0 y nosotros estábamos obligados a vencer en Sabadell, no nos
valía el empate. La jugada en la que yo marqué era el 0-2 y fue doble,
repetida no de hecho, sino instintivamente. El extremo derecho del
Sabadell, Ortuño, tenía instrucciones de su entrenador Pasieguito de
seguirme cuando yo me fuera al ataque. Faltaban cuatro minutos, ya
había marcado Ufarte, y Luis iba a sacar una falta en la zona de
medios, a una distancia de 15 metros del área grande. Le fue a dar al
balón, pero Ortuño me cubrió tapándome cualquier opción de pase. Yo me
volví para atrás, y al regresar de espaldas a la portería, me giré y le
dije a Luis: 'me doy la vuelta, pásamela rápido ahora'. Y él, listo
como siempre, me la pasó esquinada, aunque con muy poco ángulo de tiro,
y tal y como me vino le pegué un zurdazo entre el área pequeña y la
grande. Le pegué a la pelota con toda el alma y pasó entre un montón de
piernas, no dio en nadie y entró junto a la cepa del poste. Fue una
alegría impresionante".
Hecha la descripción al detalle, Calleja
recuerda con la misma intensidad las sensaciones que tuvo en esos
segundos posteriores de gloria:
"Pegué un brinco tremendo,
descargué toda la adrenalina que llevaba acumulada. Ese gol significaba
asegurar la Liga y salté como un loco, me desfogué como nunca había
hecho. Recuerdo que mis compañeros me dieron unos abrazos
interminables, Adelardo, Luis... Era una alegría colectiva tan grande
por nosotros, por don Vicente Calderón, por el club y por toda la
afición y en especial por los casi 15.000 seguidores del Atlético que
viajaron y nos apoyaron en Sabadell. Era ese partido de tu vida que no
se puede perder y gracias a Dios no lo perdimos. Ese salto valía una
Liga y la foto refleja lo que fue mi carrera, es como el símbolo de mi
temperamento, la expresión de mi forma de ser. E históricamente fue
curioso, porque en la temporada 65-66, con Balmanya, ganamos la Liga
también en el último partido con el Espanyol. ¡Qué época, Damián, qué
época! No éramos el Barcelona ni el Real Madrid, pero andábamos al
hilo, apretándoles casi todos los años".
Nervios de Calderón. Pero se pasaron nervios, durante el partido y en el descanso, al que se llegó aún con empate a cero:
"Nuestro
presidente, don Vicente Calderón, estaba muy nervioso y bajó a
vestuarios en el descanso intranquilo por el empate a cero; nos decía
que 'no lo vamos a lograr, no lo vamos a lograr, ellos están peleando
mucho y con dureza'. Y yo, me acuerdo perfectamente, le dije, aunque
sin mucha convicción: 'don Vicente, tranquilo, el campo también está
bastante mal y con la hierba muy irregular y nos está perjudicando,
pero vamos a lograrlo, nos vamos a llevar el título de aquí'. En el
segundo tiempo salimos con más ganas si cabe y poco a poco fuimos
acorralándoles hasta que llegó el primer tanto de Armando. Teníamos muy
buen equipo, hacíamos un gran fútbol en esa época. El final fue una
fiesta y nos volvimos en tren a Madrid, llegamos a la estación de
Chamartín y había muchísimos aficionados felices, eufórico. Recuerdo
que yo me volví a casa caminando con un amigo, pensando en lo que
habíamos conseguido para el club".
Turno de elogios para el equipo y para el entrenador, el francés Marcel Domingo:
"Un
gran técnico, un magnífico entrenador y muy avanzado por sus métodos.
Innovó algunas cosas incluso en la preparación física, fue el primero
que un día a la semana, el martes, nos llevaba a la Casa de Campo a
hacer ahí sesiones intensas, muy fuertes. Y los partidos los preparaba
y nos los explicaba con mucha amenidad, con argumentaciones muy claras,
entretenidas y convincentes. Los jugadores le creíamos y eso nos dio un
plus, junto a la calidad de gente como Luis, Ufarte, Gárate... ¿El once
de Sabadell? Sí, sí, y creo no equivocarme: Rodri; Melo, Ovejero,
Calleja; Adelardo, Jayo; Ufarte, Luis, Gárate, Alberto y Salcedo. Y en
el segundo tiempo salió Irureta".
Esa foto del gran capitán quedó un tiempo como ejercicio de veneración rojiblanca:
"Se
la regalé al Atlético, al Museo, y en varias ocasiones incluso sirvió
para ilustrar lo que era la presentación semanal en los carteles
publicitarios de algunos partidos".
Duelos con Amancio.
Catorce años en el Atlético dan para un rosario de anécdotas y Calleja
cuenta con un cariño especial algunas con Amancio Amaro, ese 'querido
enemigo blanco'. Incluso una de ellas acabó en expulsión conjunta:
"En
un partido de Copa contra el Madrid yo no marcaba a Amancio, que jugaba
de interior. Pero cogió la pelota en la banda y se metió hacia el
centro, lo que a mí no me iba mal porque yo era diestro y empecé de
centrocampista y los rivales que salían hacia dentro se me daban bien.
Le seguí y también lo hizo Luis y en plena carrera los tres, o Luis o
yo nos tocamos con él pero sin ninguna intención. Yo caí un poco
atontado al suelo y él también. El árbitro, Sánchez Ibáñez, me llamó a
mí primero y me dijo: 'Isacio, Isacio, está usted expulsado. Y Amancio
también'.
"No me lo quería creer y le dije que 'yo no he hecho
nada, no he hecho nada'. Me fui a la caseta, me duché, llamé a mi mujer
y preferí irme a casa para no hacer declaraciones en caliente tras el
partido, aunque luego me llamaron un par de periodistas y ya les dí mi
versión con más calma. Algunos partidos después, en Atocha contra la
Real Sociedad, coincidí con Sánchez Ibáñez, que me llamó a su caseta y
me dio las gracias por las declaraciones tan correctas que había hecho
tras esa expulsión, aunque yo le insistí en que había sido injusta".
Hubo
más duelos que llegaron a sacar de los nervios al siempre educado y
correcto Isacio Calleja... pero no contra Amancio sino contra el
entrenador que le abroncó:
"Sí, me llevé una bronca enorme de
Sabino Barinaga por su culpa. Amancio nos marcó un gol y yo no tuve esa
vez la culpa porque se lo había metido a Madinabeytia por el palo
corto. Pero el míster creyó que era yo el que no había tapado bien la
salida del disparo, consiguió enfadarme y la verdad es que no estuve
fino en esos momentos porque le mandé a tomar por... ahí. Ya retirados
Amancio y yo nos hemos visto a veces, una muy curiosa en la graduación
de nuestros hijos como procuradores ante el Presidente del Tribunal
Superior de Justicia de Madrid. Iba con mi mujer y apareció él con
Chelo, la suya, y todos nos quedamos de piedra. '¿Pero qué haces tú
aquí, Amaro? Y me hizo un regate de los suyos: 'jolín, Isacio, es que
ya me persigues hasta aquí'. Nos volvimos a encontrar, siempre nos
llevamos bien y nos tomábamos unas copas para hablar sólo de fútbol.
Amancio bromeaba años después con esas conversaciones nuestras: 'no
íbamos a hablar de política, por ahí entonces no había novedades'.
Durante
44 años Calleja ha sido uno de los referentes de la Selección,
integrante de aquel mítico equipo que ganó la Eurocopa del 64 a la URSS
en el Bernabéu. Por fin otra generación cogió el testigo:
"Hemos
estado ahí en la historia mucho tiempo, pero estos chicos jugaron muy
bien y la Selección con diligencia, clase, intuición, de memoria. Luis
hizo un papel que va a quedar para siempre en cabeza de la historia de
nuestro fútbol. Si al final se hubiese ido o le hubiesen echado cuando
aquellos problemas tras las derrotas en Belfast y Suecia, España no
habría llegado al título, estoy convencido de eso. Aguantó presiones de
muy diversa índole, soportó a tirios y troyanos y elevó el nivel del
fútbol español a lo máximo, con exquisitez, con clase, con estilo.
Salvo aquellos campeonatos del Brasil de las grandes figuras, no había
visto nada igual. Luis evidenció con su trabajo que era el mejor
entrenador y que, él sí, él estaba en posesión de la verdad. Nos dejó
una obra maestra".
http://www.as.com/futbol/articulo/salto-valia-liga-foto-simbolo/dasftb/20090130dasdaiftb_57/Tes
La tarde en la que Calleja tocó el cielo de un salto
José A. Martín 'Petón' 30/01/2009
El mejor lateral izquierdo en la historia del Aleti, era derecho:
Isacio Calleja. Veis su foto, la de la muslera, aquella tarde que se
rompió y por no abandonar a la tropa se fue a la delantera. No había
cambios; apretando los dientes, Calleja aguantó en el campo y a poco
del final la pelota pasó cerca, Isacio se estiró lo que pudo, con el
alma y la fuerza que restaba la golpeó, y el balón entró en la puerta
rival para salvar al Aleti. Y lo tenemos, también, en esta fotografía
del alborozo, en la Creu Alta de Sabadell, cuando engañó al extremo
rival como que sacaba una falta, pasó por encima, salió disparado,
recibió en el área y marcó. Qué alegría más grande. Con el de Ufarte,
dos. Volvieron los trenes atléticos cantando la hazaña y Madrid fue
feliz por el equipo del pueblo del que era capitán Isacio Calleja, sí
el mejor lateral izquierdo de la historia de este club.
Acababa
de retirarme del fútbol y me llamó el incalculable Miguel San Román, al
que tantos debemos tanto. Al día siguiente jugué con los veteranos del
Atlético de Madrid un homenaje a Calleja en La Balastera de Palencia.
Ganamos 1-2. Cuando regresé, pensaba en lo vivido y no daba crédito: el
Pechuga había hecho el reparto y me habían tocado 30 mil pelas por
jugar con una camiseta por la que hubiera pagado lo que me pidieran,
había marcado, y sobre todo había ido y había vuelto preguntándole a
Isacio sin parar. Qué delicia; su memoria le permitía llevar las
historias al detalle, su facilidad de expresión te dejaba vivirlas tal
cual, su generosidad me regalaba anécdotas maravillosas, instantes
decisivos, retratos sorprendentes. Todo eso me lo agrandó Emilio Cruz
cuando me contó que los jueves, cuando le llamaban a jugar contra el
primer equipo siendo juvenil, le marcaba Calleja. Isacio vio
posibilidades al chavalín y en lugar de ahogarle, mientras iba en
carrera le susurraba "sal por mi costado, sal por mi costado" para
permitirle la internada. Un señor. Es nuestro lateral. Es el hombre de
la foto. Es para siempre, rendida la banda izquierda, Isacio Calleja.
El 3.
http://www.as.com/opinion/articulo/tarde-calleja-toco-cielo-salto/dasopi/20090130dasdaiopi_12/Tes