http://es.eurosport.yahoo.com/futbol/ruben-uria/article/3682/
Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. "¿El Atleti campeón de Liga? Cosas peores se han visto" Cerezo dixit.
La penúltima, porque Desde que amanece apetece, remueve la conciencia
de algunos. A los que no les remuerde, callada por respuesta. Aquí no
pasa nada y si pasa, se le saluda. Pero cosas peores, Don Enrique, se
han visto. Así, a bote pronto, ahí van algunas: Hacerse con el control
de un club sin poner ni un solo euro, como probó el Tribunal Supremo;
seguir dirigiendo un club de fútbol a pesar de haber sido condenado a
un delito ya prescrito de apropiación indebida; vender el Vicente Calderón
de un modo poco transparente; hacer desaparecer la sección histórica de
balonmano; cargarse la cantera y una vez reactivada, no usarla para el
primer equipo; llevar trece años sin levantar títulos; acumular ocho
años sin llegar a una final; pasar dos años en Segunda División, lo que
no ocurría desde la década de los treinta (ellos se inventaron la coña
marinera del Añito en el Infierno); y acumular una deuda de más de 400 millones de euros
según algunos foros. Pero a la masa social del Atlético, la que paga su
abono religiosamente, aún le quedan muchas más cosas por soportar. Por
ejemplo, que vendan el sentimiento del Atlético de Madrid al mejor
postor. Que pongan a Adelardo a cambiar enchufes y
cables. Que no le renueven el abono a los socios que "son pesados" con
la gestión de Cerezo. Que les quiten las rayas de las camisetas. Que
Imperioso eche cien entrenadores después de haber cubierto un par de
yegüas suecas. Que el Atlético de Madrid venda menos que la cubertería
del Real Madrid (perdón, eso ya pasa). Que al Kun Agüero
se lo lleven (para que los otros se lo lleven si es que se lo llevan)
cualquier verano. Que llame Gil Marín para señalar qué periodistas le
gustan más y qué periodistas le gustan menos. Que derrumben el
Calderón. Que el Atlético se mude a Alcorcón. Es cierto, Don Enrique.
Cosas peores se han visto. Cuando a usted se le ocurra ir improvisando
sobre la marcha, podremos comprobar dónde está su límite, porque el de Miguel Ángel Gil Marín es el cielo. Polígrafos y recomendaciones del médico aparte, off course. El modelo Giles y Cerezos es la resultante de una saga por fascículos sórdidos del camino iniciado por el difunto Gil y Gil. El Gilifato, un virus que deja en parihuelas a la Gripe A,
es la prueba empírica de que sí hay mal que veinte años dure. La
afición del Atlético es la prueba de que todavía hay cuerpo que lo
resiste.
Abel, el ultracuerpo. Invasion of the Body Snatchers, dirigida por Don Siegel y traducida al castellano como La invasión de los ladrones de cuerpos,
narra una invasión extraterrestre en la que esporas provenientes del
espacio exterior invadían el cuerpo de los seres humanos. En algo así
pensó la afición del Atlético cuando escuchó por la radio la retahíla
de despropósitos en la sala de prensa de La Rosaleda.
Esa debe ser la única explicación posible para justificar la actitud de
Abel. Será que dentro de su cuerpo vive una espora proveniente del
espacio exterior. Sólo así se entiende que el Gato de Velada sea capaz
de decir que "en una ocasión y media nos han hecho tres goles",
después de que el Málaga le diera un baño al Atlético. Vaya por delante
que nada personal tengo contra Abel, que no es, ni de lejos, el
culpable del gran mal. Y que la crítica no es por un mal resultado,
porque hace años que ser goleado por un equipo inferior no es noticia
en este Atlético. Resino acabará como su predecesor, Aguirre, sentado en la silla eléctrica y esperando en el corredor de la muerte, víctima de la bicefalia Giles y Cerezos.
Abel, entrenador capaz o no, Dios dirá, tendrá que lidiar con una
plantilla justa y una defensa de juzgado de guardia. Y para acabar la
temporada, tendrá que volver a ponerle una velita a San Agüero y una estampita a San Forlán.
Sin embargo, Abel parece lejos de emanar autocrítica. Y desde la
naturalidad, quizá no estaría de más que modificara su mensaje en los
medios de comunicación. Cuando pierde él nunca tiene la culpa. Cuando gana, es el alter ego de Arrigo Sacchi. Abel Resino ha mutado en Abel, el ultracuerpo. Me pregunto cuál de los dos será el que se desternilla con los chistes de Sabas en el vestuario, que por lo visto, tienen mucha gracia.
Suso, el arrepentido. García Pitarch
se ganó la soldada y una buena reputación como hábil delantero hasta
que comprendió que regateaba mucho mejor en los despachos que en el
verde. A Suso, a raíz de su relación tormentosa con Rafa Benítez,
se le inmortalizó como el Director Deportivo al que le pedías un sofá y
te fichaba una lámpara. Fama justa o injusta, el caso es que desde
aquella célebre definición de Rafa, el criterio de García Pitarch ha
estado bajo sospecha. Amnésica por convicción y arsénica por compasión,
la bicefalia del Atlético creyó oportuno que donde había sofás debía
haber lámparas. Así que Suso hizo el petate y puso sobre su mesita de
noche una escarapela con el oso y el madroño. De Derribos Pitarch,
como le conoce un sector de la masa social del Atleti, sabemos que vale
más por lo que calla que por lo que cuenta. De hecho, su caso es
singular. Es el único Director Deportivo que ofrece conferencias de
prensa no para contar por qué se ficha, sino para esclarecer por qué no
se ficha. Cerezo y Gil Marín le pagan para hacer de
"poli malo", poner la cara y que se la partan. Él lo llama
transparencia y se siente respaldado porque ve más de mil partidos al
año y sólo se arrepiente de haber fichado a Luis García. Arrepentidos los quiere Dios, pero no la afición del Atleti. Suso ha entrado en el Atlético de Madrid, pero el Atlético de Madrid nunca ha entrado en él.
Los profesionales. Debe ser complicado encontrar un
trabajo donde a uno le paguen un pastizal, donde tenga más vacaciones
que un maestro, donde le inflen a primas por cumplir con sus
obligaciones, y donde no el nivel de la exigencia de tus jefes esté dos
escalones por debajo del de sus propios empleados. Coño, con perdón, es
un chollo. El currele soñado por cualquier hijo de vecina. En ese
escenario, para qué negarlo, el Atlético es una ONG desde el Gilifato.
Aunque no siempre fue así. En los cincuenta los jugadores del Atlético
ganaban Ligas. En los sesenta ganaban Copas al mejor Real Madrid de
todos los tiempos. En los setenta, jugar de rojiblanco era más
importante que hacerlo en el Barça, porque jugaba la final de la Copa
de Europa y era el Rey del Mundo. En los ochenta, los jugadores se
peleaban por títulos y hacían Recopas de ensueño. En los noventa, amén
de un Futre de turno, caía del cielo un doblete con Radomir te quiero
(sí, Antic, al que echaron por ganar). En la época actual, el jugador
medio del Atlético de Madrid vive mejor de lo que merece. Cobra mucho,
juega poco, habla demasiado y pocas veces dice nada. La coartada viene
de arriba (directiva y entrenador, al unísono, piensan que el objetivo
es estar entre los cuatro primeros). Sea como fuere, entre Heitingas y Seitaridis, pasando por Patos Sosas o Nikolaidis, hasta desembocar en Pablos y Sinamas,
el gran problema de todos los jugadores de los últimos tiempos siempre
ha sido el mismo: Se les olvida para quién trabajan. Ellos creen que
son empleados de una SAD, pero sus nóminas y sus cariños van de la
mano, y ellos son quienes son y ganan lo que ganan porque existe un
millón de aficionados, un millón de atléticos, que les sostiene y les
da de comer. Un millón largo que se merece algo más decente por su
parte. Hubo un Fernando Torres. Hay un Forlán. Habrá un Kun.
Y siempre habrá alguna excepeción a la regla, pero los jugadores de
este equipo no acaban de ponerse a la altura de la gente que paga. Y no
pagan por ganar, no, que deberían hacerlo. Pagan con el único propósito
de ver cómo sus chicos se dejan la piel durante 90 minutos. Pero eso
sólo ocurre un par de veces al año. Ya saben, contra el Barcelona.
Siempre estará a mano esa manida frase que la afición del Atlético no
para de escuchar cuando las cosas van mal: "Esto lo tenemos que sacar adelante los profesionales". Y ellos no sé si quieren, pero no lo sacan. Y la gente, que no es profesional, sí lo saca. Se saca el abono. Un año sí y otro también.
Prensa cómplice. Si Ramón Calderón hubiera sido presidente del Atlético y Nanín fuera
el Director Deportivo rojiblanco, la mayor parte de la prensa de este
país les habría lavado los pies con agua de rosas. Quizá porque a nadie
le importa el Atlético. Quizá porque es un club melancólico, dejado de
la mano de Dios, ya es sólo una Sociedad Anónima Deportiva que se fraguó con nocturnidad y alevosía, con el beneplácito del Consejo Superior de Deportes. Para una parte de la prensa, el Atlético es un perfecto "looser",
un perdedor, una bicoca informativa. Si va bien (con los Giles ir bien
es ir cuarto), se vende humo. Si va mal, se vende la figura de "El Pupas",
el tópico recurrente. Para el sector atlético de la prensa - que es
abundante- o para el sector que dice ser del Atlético - aún más
abundante-, la papeleta es simple. Unos pecan de ser rojiblancos hasta
la médula, y por eso son condescendientes con los poderosos y hacen
periodismo de denuncia con quien quieren. O mejor dicho, con quien
pueden. Eso no les convierte en culpables de homicidio al Atlético de Madrid
en beneficio de una SAD, pero sí en cómplices. Son dueños de sus
palabras, pero son más esclavos de sus silencios. A otros, periodistas
y atléticos (por ese órden aunque sean minoría) les nace la conciencia
y siguen censurando desde su vatel y en soledad (sin el consentimiento
de su jefe y contra la línea editorial no escrita) los desmanes del
Gilifato. Puede que sea verdad eso de ‘salta a la vista, la prensa es madridista' (cubertería
oficial, sudaderas, manteles y posters aparte). Pero también es una
verdad como un templo que el Atlético vive intubado y en fase terminal
gracias al cuarto poder. Por un lado, le apoya más de lo que el fútbol
de su equipo merece desde hace años (hace 13 que no rasca un título). Y
por otro, le maltrata. Se hace la pregunta en voz alta (¿qué le pasa a
este club?) al mismo tiempo que no señala el cáncer de gestión que le
carcome (Gil y Cerezo). Es más cómodo y más fariseo atizar al
entrenador de turno o al capataz de la obra que tenga Gil Marín como encargado. Todos tenemos hipoteca, factura del gas, y hay que pagar la luz y el agua. El miedo es libre.Y el amor es ciego. Pero los vecinos (los socios del Atleti), no.
Gárate y la Oposición. Si uno se quiere enterar de qué grado de putrefacción reina en el Atlético, basta con leer Señales de Humo, Colchonero.com, el blog de Carlos Fuentes, Hele Atlética o La Vida en Rojiblanco.
Ahí no hay censura. Ni medias verdades. Será porque, en la mayoría de
los casos, escribe gente que no tiene intereses bastardos con los que
los demás sí los tienen. Escribe gente que siente el Atlético, que
entiende que está siendo estafada en su ilusión, y que está dolida
viendo cómo se muere el equipo de su corazón. A los periodistas, en
este caso, conviene no hacernos ningúin caso. Si quiere saber qué
demonios le está pasando desde hace años al Atlético, no lea a los
periodistas. Algunos no quieren contar la verdad. Otros podrían perder
el trabajo si lo hicieran. Y otros, como quien esto escribe, empezamos
a estar tan hastiados que nos ha dado por renegar de tanta de
mediocridad. Hasta que nos nace la conciencia. Sobre todo, si te
cuentan que José Eulogio Gárate, héroe de la causa y
caballero, ha retirado su abono de socio. Tristemente, hay generaciones
de atléticos que no saben que hubo un tiempo en el que todos los niños
del colegio eran del Madrid y se pedían ser Gárate en el recreo. José
Eulogio, uno de los mejores delanteros de la historia y todavía mejor
persona, se retiró por una infección de hongos después de dejar el
estadio lleno y la vitrina de trofeos repleta. Él, el más atlético de
todos los atléticos, ha dado de baja su abono. El millón de atléticos
que existe en este país está harto de ser la mofa del personal cada
lunes. Hastiado de no saber cuándo demonios se acabará este Gilifato.
Eso sí que estaría bien leerlo en la prensa. Junto a la Gripe A.
GIL CULPABLE,CEREZO MARIONETA.
DILES QUE SE VAYAN