Demasiados parabienes últimamente. Son merecidos sin duda en base a lo logrado, pero los vaticinios para las brujas y los programas nocturnos sacacuartos de pobres, tontos y solitarios.
Todos estos perros estarán luego esperando con el cuchillo afilado, en nada que la cosa cambie, como siempre ha sido, como siempre será. No os dejéis engañar, son fuleros. Sólo podemos confiar en nosotros, en los nuestros, en los que siempre hemos estado ahí. Apartemos a palos a los adbenedizos, a los Miró, a los palmeros, a los atléticos que dicen ser atléticos cuando las cosas pintan bien pero deberían ser fuleros por ser seguidores no de un escudo y una camiseta, siempre, en las buenas, en las malas y en las peores, sino seguidores del triunfo populero, rápido y prostituido.
No dejemos que nos regalen los oidos porque no lo necesitamos. Nosotros somos amigos de nuestros amigos y preferimos el abrazo de un camarada sudoroso a kilómetros de distancia, sintiendo que siente la misma emoción que corre por nuestras venas, que el aplauso fácil y el olor de la colonia cara.
Nosotros siempre hemos estado ahí, en las buenas, en las malas, en las peores... Todos sabéis quiénes soís. Dad la vida si hace falta los unos por los otros, como siempre hemos hecho, pero a estos perros que ahora se acercan al olor de la salchicha caliente despachadlos con patadas en las costillas.
Disfrutemos, sí, pero no dejemos que nos cambien. Nosotros somos así, somos diferentes, somos el Aleti. Aleti somos nosotros.