Parece que el FutbolEconomics a la gilMAFIA crece como hierba mala:
JOHN CARLIN FÚTBOL - Internacional
La tontería más grande del mundo
- "Comprar un club de la Premier no tiene
absolutamente ningún sentido". Alan Sugar, ex dueño del
Tottenham.
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El poder sin responsabilidad, temible en un
gobernante, es uno de los placeres del que dispone el aficionado al fútbol. Coño, toda una declaración de intenciones: la deuda del
Fútbol lo hemos generao los aficionaos, pa situar al personal. En un club,
el aficionado tiene más poder que nadie. Esa es la
teoría, como seguidor del Atleti permítame que le lleve la contraria. Si
suficientes voces se unen a la suya, es la figura determinante a la hora de
decidir la contratación o venta de un jugador, el despido de un entrenador o la
dimisión de un presidente. Rasgos todos de común
uso en la ensalzada y ponderada democracia, a no ser que a vd. le molen más los
regímenes bananeros. Y todo esto, sin la necesidad de soportar el peso
de la responsabilidad. El aficionado no paga mayor precio que la entrada al
estadio. Nos ha jodío mayo, y el elector ni
eso, vota gratis y decide sobre un país entero con su IPC y todo.
Para el dueño de un club de fútbol es al revés. Posee mucho menos poder de
lo que parece, ya que lo debe repartir con los seguidores -sus amos, al final- Permítame que me descojone, sir, de nuevo bajo el prisma
de aficionao del Atleti... o con
el entrenador, cuyo poder depende de su popularidad en las gradas . ¡Ah, que es eso, una cuestión de popularidá...! A
cambio, el dueño (los muebles y dicen que los
perros tiene dueños y amos, los seguidores, no) debe asumir todos los
riesgos económicos y todos los dolores de cabeza administrativos. Riesgos en los que figura una gran parte de lo aportado
por el aficionado. Bueno, en realidad, no hay riesgos; solo, garantía de
fracaso. Ya, que es deficitario y por eso se
ahostian los gurús económicos pa acceder a esos "juguetes". El que mete dinero en un club de fútbol tendría más posibilidades
de recuperarlo si lo tirase al mar. Como inversión, es la tontería más grande
del mundo. Bueno, si se dá una vuelta por la
Hispania, tenemos casos en juzgaos y hasta solventaos por el Supremo, donde no
dicen exactamente eso.
¿Por qué lo hacen, entonces? ¿Por qué hay una cola permanente de millonarios
desesperados por adquirir un club de fútbol inglés? ¿Por qué hoy un inversor estadounidense
llamado John Henry celebra la compra del Liverpool a un par de tristes
compatriotas suyos que, en tres años y medio, han visto su inversión acabar en
pérdidas de más de 150 millones de euros?
Hay dos explicaciones. Una, que Henry y la media docena de señores que
competían con él por adquirir el Liverpool -junto a los muchos más que se
desviven por ser dueños del Manchester United, del Newcastle, del Portsmouth o
del que sea- comparten la ceguera de creer que van a ser los primeros de la historia
en sacar dinero a un club de fútbol. Dos, pura vanidad. Me quedo con la 2, y meto una 3 que usté viene renegando: chanchullos
mientras se ejerce de césar.
La segunda opción es la más sana. ¡Bingo!
Y, si se hace con los ojos abiertos, sabiendo que se trata de un suicidio
económico, es incluso admirable. Pongamos pues otra
figura entre el arcángel y el angel: el directivo de Fútbol. Para una
persona que tiene tanto dinero que no sabe qué hacer con él, un club de fútbol,
especialmente uno de la principal Liga del país que inventó el deporte, es un
accesorio comprensiblemente atractivo. Añado:
también lo es pa otros que aparentan tener, pero tararí que te ví. O mete una y
sacan 10, como el oportunista de los Leño. En vez de comprarte otro
crucero de 120 metros o un par de picassos, te compras, como ha hecho el
ruso Roman Abramóvich, el Chelsea. De un día a otro, te conviertes en una
figura de renombre mundial, citada en todos los medios, y, al menos durante un
tiempo, das una gran ilusión a millones de seguidores. Bueno,
bueno, algo tendrá que ver el lavao, los paraísos fiscales y todas esas
cosillas non gratas... Si es por ilusión,
que subvencione una lotería o el cupón de la ONCE. Hablando de millones,
1.000 son los que Abramóvich ha perdido en euros desde que en 2003 se hizo
dueño del club. Disculpe, pero pa hablar de"
pérdidas", me falta el apartao "ganacias"; sí, esas que se
declaran mal o tarde... Pero esa cantidad representa menos del 10% de la
fortuna del ruso y a cambio ha obtenido la satisfacción de ver cómo el Chelsea
se ha transformado en una de las grandes potencias del fútbol europeo. Siete
años después de su llegada, la afición del Chelsea le sigue dando su amor y,
sí, su poder. Se asocian con Abramóvich, se han hecho uno con él, hasta tal
punto que corean en el estadio, exultantes: "¡Estamos forrados!" Jodo, ¿han importao también aficionaos del Rockefeller
Center?... No me imagino a los britis cantando esas soplapoyeces...
Lo echarán a palos al final, pero, hoy por hoy, la inversión, o despilfarro,
que ha hecho el ruso posee un valor que no tiene precio. Y lo que me suenan estas palabras a otros abramovichs de la estepa
Soriana... Lo que cuesta entender es por qué Henry, dueño del Boston Red
Sox, ha batallado tanto, superando todo tipo de obstáculos judiciales, para
poder gastarse 340 millones en la compra del Liverpool. La explicación más
sencilla sería que es tonto. Tiene pinta. Hay una foto de él, diseminada por su
propia gente en los diarios británicos la semana pasada, en la que se le ve
celebrando un título de los Red Sox con ojos de displicente satisfacción y un
puro en la boca cuyas dimensiones intimidarían a Nacho Vidal.
La vanidad es, manifiestamente, parte del paquete. Pero, ya que su fortuna
se calcula solo en unos pobres 650 millones de euros, Henry se tiene que creer
que va a ganar dinero con el Liverpool. Un pronóstico: repetirá el destino de
los dos tontos que acaba de sustituir. Chorreará dinero y lo acabarán
detestando, y echando, los todopoderosos fans. Pero
no se preocupe, hombre, que echaron hasta a Napoleón que ganó mucho más... La
historia está llena de "echaos". A la próxima, puede contar de cómo
echaron a un "poderoso" de su Club de toda la vida, retirándole el
abono, por meter pleito tras juicios a alguno de estos espabilaos que usté no
sé si disfraza de ángeles o de tontos.