El
Niño arrasa. Ya es The Kid of England. The King of the Kop. Los
periódicos se rinden a su talento y sus goles. La afición le adora. Las
casas de apuestas, que no se caracterizan precisamente por la pasión,
le colocan desde hace semanas como el jugador del Liverpool que más
probabilidades tiene de marcar el primer gol del equipo. Y el segundo.
Y
el tercero. Antes del decisivo partido de la fase previa de Champions
contra el Oporto, la casa Ladbrokes, cercana al estadio de Anfield
Road, pagaba siete libras contra dos (algo menos de doble contra
sencillo) a que Torres inauguraría el marcador. El siguiente en la
tabla era Gerrard, y se pagaba tres a uno. Ladbrokes acertó. Torres
metió el primer gol, de cabeza, tras un córner tirado por Gerrard. Y
enchufó también el segundo, cuando sólo faltaban 10 minutos y el
partido iba empatado, después de una carrera eléctrica en el área y
ante el delirio de The Kop, esa grada mítica que empuja como un toro y
agrupa a los seguidores más fieles.
En apenas unos meses y sin
casi hablar inglés, Fernando Torres (Fuenlabrada, Madrid, 1984) ha
pasado de ser el líder del Atlético de Madrid a convertirse en el ídolo
de Anfield, más de media ciudad de Liverpool y muchos aficionados de
uno de los equipos más queridos del mundo. No hace falta más que ir al
estadio, una caja de cerillas con una acústica impresionante, o dar un
paseo con él por la ciudad para comprobarlo. “¡To-rés, To-rés!”, grita
entusiasmada The Kop para saludar cada gol de El Niño. “¿No te importa
hacerte una foto conmigo?”, le preguntan los fans en la calle tirando
de móvil, educación exquisita y sonrisas.
Lo normal en un
futbolista que desde pequeño estaba destinado a jugar al máximo nivel.
Con 11 o 12 años ya destacaba por su velocidad, su gol y su potencia;
después ganó el Mundial sub 17 con España; sólo un par de meses más
tarde debutó sin anestesia con el primer equipo del Atlético, su
Atleti del alma, que entonces luchaba por salir del infierno de segunda
división.
Con él como máximo goleador, estandarte imberbe y
flacucho, todo corazón y fibra, logró ascender al segundo intento. Tras
años de agonía, sufrimiento, fichajes sin sentido y pelotazos, Torres
jugó la Eurocopa de Portugal, brilló en el Mundial. Por fin, su Atleti
volvió esta temporada a Europa, vía Intertoto. Pero él ya no podía más.
Curtido en decenas de partidos infames, obligado a buscarse la vida en
el área y muy lejos de ella ante la incapacidad de sus compañeros para
darle balones, harto de una responsabilidad desmedida para un chico de
su edad (“¡me hicieron capitán a los 19 años!”), cansado de una fama
pegajosa y veleta y de una prensa caprichosa que, dice, “me confundía a
mí con el equipo”, Torres decidió este verano dejar su ciudad, su
familia, su equipo, su afición y su país, y cambiar de aires.
La
decisión, tomada según explica “por el bien de los dos”, no ha podido
ser más acertada: ha hecho ya una pila de goles, sus compañeros le
respetan, le miman y le buscan; él disfruta cada segundo que juega en
el “honrado, rápido y fluido” fútbol inglés, y sigue sufriendo, “ahora
por la tele”, con las plegarias no atendidas de su Atleti.
La
mañana es gélida en Liverpool, y Torres, más flaco que nunca (“aquí son
muy pesados con las grasas”) y muy alto (1,85), posa para las fotos sin
quejarse. Estamos en pleno centro financiero de esta ciudad gris y
proletaria, llena de gente encantadora que prefiere hablar de fútbol
que de los Beatles. Cerca de la orilla del río Mersey bate el viento
con fuerza, pero El Niño está sereno, relajado y feliz. Ha llegado
puntualísimo a la cita conduciendo su Audi Q7 por la izquierda, como un
inglés más; conoce ya lo mejor y lo peor de la brillante y trágica
historia del Liverpool, explica que se identifica absolutamente “con el
sentimiento y el orgullo” que late en su nueva afición. Se ha comprado
una casa y espera con su novia, Olaya, la visita de su hermana y sus
padres (todos gallegos; él, policía nacional jubilado). Y para que no
haya dudas, resume así su sensación: “¡Ojalá hubiera venido antes!”.
Durante
la entrevista, que empieza algo nervioso, Torres se muestra tal cual es
en el campo: rápido, observador, potente, educado, generoso y
convencido. Los que tanto han dudado de él, exigiéndole la luna sin
tener en cuenta el entorno de jaula de grillos en el que sobrevivía y
en el que, pese a todo, logró destacar, sólo tienen que darse una
vuelta por Liverpool, Anfield o Ladbrokes. Ahí verán que Torres, The
Terminator, Super Nando, The Kid, El Niño es ya, por derecho, de frente
y sin necesidad de marketing, una estrella del fútbol mundial, además
de un tipo muy cabal y recomendable.
¿Cómo va todo, ya está
integrado?
Poco a poco, cada día conozco mejor el idioma y la ciudad.
Vivo en las afueras, pero aunque Liverpool tiene una extensión muy
grande, todo está a mano. La casa está cerca del aeropuerto y de la
ciudad deportiva, que es donde más me muevo. Primero estuve alquilado y
luego compré, y ahora estamos amueblándola deprisa, porque viene mi
familia, y la de mi novia, nos juntamos muchos, y hay que poner muchas
camas.
¿Tiene ya morriña?
No, echo de menos a los amigos, a los
compañeros y a la familia, pero la ciudad no la echo de menos para
nada. Sigo viendo al Atleti, todos los partidos, y sigo sufriendo…
Parece que este año algo menos.
Se sufre igual, pero con más goles. Pero estoy contento porque todo les va bien.
Desde
que se fue parece que se hinchan a meter goles.
La apuesta este año es
más ofensiva, encajan y hacen muchos goles, pero salen adelante porque
hay mucha calidad arriba. Kun, Forlán, Raúl García, Maxi, Luis García
pueden hacer gol en cualquier momento, ahora tienen que entender que
hay que trabajar más los conceptos defen¬sivos. Pero la apuesta es
buena: dan espectáculo y se les ve disfrutar en el campo.
¿Qué
diferencias ha encontrado entre el Atleti y el Liverpool?
Aquí tienen
mentalidad de club grande, y en los partidos clave el equipo siempre
responde. Este año empezamos regular en la Champions, pero ahora
tenemos confianza otra vez, y aunque el equipo se atasque en un
partido, es capaz de hacer tres o cuatro goles en cinco minutos. La
gran diferencia es la mentalidad.
¿La estructura es muy diferente
de la del Atlético?
La plantilla es mucho más grande y todo el mundo
acepta las rotaciones que decide el entrenador, pero quizá la gran
diferencia es que hay otra cultura, otra organización. Rafa es el
manager, y él decide todo. Le dan tiempo, un contrato muy largo, y
exige lo que necesita. Tiene jugadores y medios para hacer el equipo
como quiere. Cada uno tiene poder en su parcela. Él es el único que
ficha. En España hay demasiada gente decidiendo. El presidente, el
director técnico, el secretario técnico, el entrenador… Aquí es todo
mucho más sencillo.
¿Entrenan más? Lo digo porque sorprende lo
flacos que están todos.
Bueno, los entrenamientos son más
individualizados y juegas muchos partidos. Las instalaciones ofrecen
todo lo que necesitas (ocurrirá lo mismo cuando el Atleti construya su
ciudad deportiva) y no tienes excusa para no estar bien. Delanteros,
defensas y medios no tienen la misma constitución ni la misma capacidad
física, así que dos días por semana entrenas para potenciar tus
virtudes. Haces saltos, velocidad, y mejoras mucho físicamente en poco
tiempo. Además, llevan un control bastante detallado de la dieta, la
grasa, todo eso…
He leído que en el entrenamiento echan casi una
jornada laboral.
Vamos a las nueve a Mellwood, desayunamos todos
juntos, entrenamos, y luego comemos. No es obligatorio comer, pero
ellos prefieren que te quedes porque así te controlan dos de las tres
comidas y comes lo que ellos quieren.
¿Y la vida diaria es muy
diferente de la de Madrid?
Aquí tienes el respeto de la calle, en eso
no se puede comparar. La gente te saluda de lejos como si te conociera
del barrio de toda la vida, pero rara vez se acerca. Son mucho más
respetuosos que en España y puedes hacer vida social tranquilamente,
nadie te molesta. Ésa es una de las cosas que los que juegan aquí
siempre cuentan como una ventaja, que la vida es mucho más tranquila. Y
es verdad.
Así que lo que peor llevaba en Madrid era el agobio de
la fama.
A veces te apetece estar tranquilo con los amigos tomando algo
en una terraza. A mí me gusta estar a mi aire, que me dejen en paz. Y
eso en España era imposible. Esa falta de privacidad… Allí no existe la
mentalidad de dejarte en paz. Aquí, por ejemplo, si estás comiendo en
un sitio, nadie se acerca. Esperan a que acabes. Es otra cultura, otra
educación.
Más respetuosa…
También con el equipo es así. En
España son más forofos, y si el equipo va bien, todo está bien, y si va
mal, todo va mal. Se critica al rival y se le abuchea para presionarle,
aquí te aplauden si juegas bien en campo contrario. Es impresionante.
La primera vez te sorprende: ganas fuera y te despiden con una ovación.
Y
en casa parece que juegan 15, no 12.
Cuando estás mal, la afición te
apoya más, y eso te hace sentir que no puedes dejarte nunca nada en el
campo. En España duele que te piten cuando estás mal. Aquí el club está
por encima de los jugadores. La gente está orgullosa de ser del
Liverpool, sales a la calle cualquier día y ves cien camisetas… La
gente va siempre con la cabeza bien alta, ganes o pierdas.
Anfield
es impresionante.
Por fuera parece un campito de nada y por dentro es
un espectáculo. Esa acústica mete miedo. Es un campo típico inglés, por
fuera parece normal, pero está muy cerrado y tiene una acústica muy
buena. Eso mete una presión magnífica para jugar. Es especial además
por su historia. Ahora se ha quedado pequeño y van a hacer uno nuevo.
Pero Anfield es tan especial que no lo van a tirar, van a hacer un
camino hasta el nuevo estadio…
El Liverpool es una religión.
Mucho más que un negocio es un sentimiento. A la gente le importa más
la historia de éxitos y desgracias que ha vivido el club que el dinero
o el mercado.
En eso se parece al Atleti.
Sí, la gente tiene
bastantes cosas en común. Ese orgullo de ser de tu equipo, gane o
pierda, siempre. Sentirte orgulloso y llevarlo al límite.
¿Ya
conoce las sentencias del legendario Bill Shankly?
Sí, sé que es muy
importante en la historia del Liverpool. Decía que ningún jugador puede
sentirse más importante que el equipo porque el club está por encima de
todo. Y eso ha calado. Los jugadores y entrenadores más importantes que
han pasado por aquí están agradecidos por haber llevado la camiseta
roja. Y hayan estado mejor o peor, la gente los recibe siempre como si
fueran de la familia.
El palco estaba lleno de veteranos el otro
día.
Los ex jugadores tienen mucha relación con la afición. La gente es
muy amistosa, muy cercana, son muy simpáticos y muy serviciales, y da
igual que seas una gran leyenda o un recién llegado. Cuando vas por la
ciudad, conoces a todo el mundo. La gente intenta hablarme en español…
¿Y
los del Everton qué le dicen?
La rivalidad es más sana que en España.
El día del partido se para la ciudad, y los dos tienen unas ganas
impresionantes de ganar, pero en el día a día todo es muy agradable,
los del Everton te paran y te desean suerte, “todo el año menos cuando
juegues contra nosotros”.
¿Qué tal lo lleva con el inglés?
Bueno,
al principio fue difícil, tenía que fijarme mucho porque no me enteraba
de nada, ni en el campo. Lo primero es aprender las palabras del juego,
porque si no, estás perdido.
¿Cómo se dice “solo” en el campo?
Time. Que tienes tiempo.
¿Y cuidado?
Man on, tío encima. Al principio, yo no paraba de decir be careful y nadie me entendía, claro.
Pero
en el equipo hay mucha gente que habla español.
Somos doce, sí, pero
intentamos no hablar porque, si nos pilla, Benítez nos multa. “English,
please”. Él siempre nos habla en inglés a los españoles, salvo cuando
hay algo que no entiendes.
Aunque hay menos ingleses que
extranjeros, mandan los ingleses, ¿no?
Claro, es un equipo inglés. Y
los capitanes son ingleses: Gerrard y Carragher. Ellos son los que
conocen mejor el club.
He leído que aquí ha aprendido lo que
significa ser capitán.
Yo fui capitán del Atleti con 19 años; coincidí
con Kiko, López, Aguilera y Sergi, que llevaban tiempo en el club, y
aprendí con ellos. Pero ahora sé que para ser un capitán de verdad
necesitas haber estado mucho tiempo aprendiendo. El Liverpool está bien
organizado, Gerrard lleva 10 años, y Carragher, más; tienen mucha
experiencia y han coincidido con jugadores que estaban en el equipo
mucho tiempo antes que ellos. A los 19 años yo era el que más tiempo
llevaba en el Atleti. Eso quiere decir que algo se hizo mal. Y me
dieron una responsabilidad extra que, si pudiera volver atrás, evitaría.
¿Fue
un marrón?
Demasiada responsabilidad extradeportiva. A esa edad sólo
tienes que pensar en jugar al fútbol y en mejorar. Enseñar cosas a los
demás a los 19 años no es fácil. Ahora me doy cuenta de lo que
significa ser respetado. Ser capitán no es llevar el brazalete y ya
está. Eso te lo pueden enseñar aquí, Gerrard, Hyppia o Carragher han
ganado muchas cosas y saben liderar. El capitán es el portavoz de
todos, el que da un tirón de orejas al que no está bien, el que integra
en el vestuario y en la ciudad a los nuevos, el que los hace sentirse
cómodos en la plantilla. Los que tienen 28 o 29 años han visto mucho y
hacen todas esas cosas en cinco minutos. Tú necesitas horas. ¿Y cómo le
dices con 19 años a un tío que está mal? Por suerte, tenía gente a mi
lado, como Maxi o Leo Franco, que me aconsejaban. Pero debería ser al
revés.
Así que todo eso también le ayudaría a tomar la decisión
de marcharse.
Sí, me fui porque pensaba que iba a ser bueno para los
dos, y lo está siendo. Leo era el capitán real, el que más sabía. Fue
un gran apoyo y es un gran amigo, es el líder del vestuario con Maxi,
el jugador a seguir, pero le gusta estar en la sombra. Maxi será un
gran capitán.
Y el Kun Agüero es su sustituto en el corazón de la
afición.
El Kun es un pedazo de jugador, pero no hay que llenarle la
cabeza con los disparates de la prensa. Él sabe lo que es y a lo que
puede llegar, día a día y si consigue resultados colectivos, porque sin
eso se queda en el pequeño mundo que es la Liga y no sale de ahí. Ojalá
lleguen a Champions este año y vayan lejos en la UEFA. Los deportistas
grandes tienen que jugar las grandes competiciones. Y el club debe
dejarle crecer.
¿Sigue hablando con los compañeros de Madrid?
Sí, y ya tengo ganas de ir al Calderón. A ver cuándo me cuadra.
¿Cómo
llevan sus padres el ‘exilio’ del hijo?
Ahora bien; al principio mal,
me iba de casa. Ahora han venido, han conocido la ciudad, han visto que
estoy bien y están felices. Liverpool está cerca, pueden venir cuando
quieran en un momento.
¿Y su novia, cómo aguanta el tirón?
Está
contenta, aprende inglés y está feliz de conocer una cultura nueva, una
ciudad diferente. Además, cuando lo deportivo va bien, el humor es
mejor y todo es más fácil. El Liverpool es un gran club y no le falta
de nada a nadie. Incluso acompañan a tu chica para ayudarla en lo que
necesite.
¿Lee los periódicos ingleses?
No mucho. A los tabloides
no se les da ninguna importancia, son poco creíbles. Los veo, más que
nada, para el idioma. Y se agradece no leerlos mucho, porque así vives
la realidad.
Así que, en general, está encantado de haber venido.
Sí, creo que está muy bien que los futbolistas españoles salgan al
extranjero. Siempre te valoran más fuera. Mira Cesc, nunca jugó en
España y no sería lo que es ahora si no hubiera sido por Wenger [el
entrenador del Arsenal]. El fútbol no se acaba en España. Ojalá hubiera
venido antes. Habría aprendido más. Estoy disfrutando mucho.
Es
un fútbol menos tramposo, ¿no?
Es más honrado, hay menos teatro y todo
es más real. Se va al máximo, pero nunca a hacer daño. El árbitro lo
entiende y no pita todos los contactos, con lo cual hay menos parones.
Si finges una falta, te abuchean en tu propio campo, en eso son muy
estrictos, es impresionante verlo. Eso lo hace todo más fácil. Y el
fútbol es más bonito de ver y de jugar. Aunque no hay tanta calidad,
intervenimos más, el juego es más directo, hay más espacios y
velocidad, y eso a mí me va bien.
¿Cree que va a meter más goles
que en el Atleti?
Hay más partidos y más opciones de marcar porque el
equipo crea muchas ocasiones. Estoy marcando y espero que siga así.
Aunque el primer año hay que tener calma, desde el primer día marqué, y
eso nos da confianza a todos.
¿Se vive mejor sin el Madrid cerca?
¿Sin el Madrid? El Liverpool aquí es el grande, así que entiendo bien
al Everton, que es el segundo y está a la sombra, como nos pasaba a
nosotros. Pero aquí tenemos al Manchester, que está a 50 minutos y es
casi la misma ciudad…