Todo vestido de rojo, con su inseparable carpeta y los
dos rotuladores rojo y azul, Luis baja las escaleras del hotel de
concentración. Acaba de comer. No mucho. Lo justo. Tiene por delante
unas horas libres. Le esperan su mujer, Pepa, sus dos hijas mayores,
María José y Marta, y cuatro de sus once nietos. El «atraco» es
justificado. España está en la final y es casi obligado que el
seleccionador y líder absoluto de esta selección que ya es un equipo
reflexione en voz alta con ABC quince horas después de la machada.
-Míster, ¿ha dormido?
-Sí, poco pero profundamente. Usted sabe que soy de poco dormir, pero caí rendido como un día normal.
-Usted jugó el partido como nunca desde la banda, nunca le vi tan excitado, tan participativo.
-Es que nunca había jugado unas semifinales. Me lo han
dicho los míos, pero fue casi sin darme cuenta. Veía cosillas que no me
gustaban. Había que rectificar detalles. Veo que todo el mundo habla
del segundo tiempo porque fue extraordinario, pero creo que la victoria
la cimentamos en el primero.
-Eso escribí en la crónica.
-Sí, ellos querían un partido largo, de mucha tralla y
no entramos al trapo. El contrario se sintió dominado, no encontró el
gol que quería para jugar como le gusta. Ellos son muy fuertes, pero
muy fuertes, y les paramos. La segunda parte fue la de un equipo de
categoría, que sabe tener el balón, que sabe llegar... y marcar.
-El mejor bajo su mandato y el mejor en muchas décadas...
-No me corresponde a mí valorar otras épocas. Conmigo
jugamos bien en Dinamarca y en Inglaterra y en casa contra Suecia, pero
lo más importante del jueves fue que era la semifinal de la Eurocopa y
estaba en juego la final. El primer gol fue vital. Luego nosotros,
cuando tocamos con la velocidad que lo hicimos, no hay rival que nos
aguante, desgastamos a quien sea.
-Pues con Alemania va a ser poco más o menos igual, pero los germanos son profesionales de las finales...
-Lo son, y es que las finales no son para jugarlas, son
para ganarlas. Ya les he dicho a los chicos en la charla que nada de
pensar que como estamos en la final lo hemos hecho todo. Les he dicho
que, por experiencia, sé que del subcampeón nunca se acuerda nadie. Ni
existe. Nosotros no podemos cambiar nuestra forma de juego ni por ser
la final ni porque enfrente esté Alemania. Y por que no sabemos jugar
de otra forma.
-Casi sin querer, el equipo se reencontró con el 4-1-4-1 que es donde mejor se expresa y donde mejor se le entiende.
(Se ríe cómplice, como dando a entender que eso ya lo sabe él, que es la Prensa quien quiere los dos delanteros).
-Es que, nos guste o no, cuando mejor jugamos es con uno
arriba. Yo tenía esa idea en la cabeza porque con ella nos
clasificamos, pero Villa acabó la temporada enorme y en el primer
partido hace tres goles; ¿Que hago, le quito? Cesc llegó de veinte días
sin hacer nada y jugué con Villa más arriba, pero viniendo a recibir.
Creo sinceramente que así somos más nosotros mismos, los cuatro del
medio se adueñan del balón y no hay quien se lo quite; ajustan los
pases, los cuatro tienen una visión de juego muy buena. Si el rival no
tiene el balón, se cansa mucho.
-Hubo momentos en que, en la segunda parte, su España parecía Brasil y a usted Brasil le encanta.
-Tocando, en triangulaciones y paredes, somos mejores
incluso que Brasil. Lo que pasa es que ellos tienen mucho más uno
contra uno que nosotros.
-¿Le queda algo por saber de Alemania?
-Pocas cosas. Nos van a dar el balón, pero es una
trampa; tienen gente muy rápida arriba y en el juego aéreo nos pueden
hacer daño. Claro que nosotros también se lo podemos hacer a ellos si
sabemos presionar en medio campo y salir rápido a la contra. Va a ser
difícil, difícil, pero si les cogemos en llegadas desde la segunda
línea...
-Villa no tenía que lanzar la falta en la que se lesionó, ¿verdad?
-No, yo le estaba diciendo a Senna que la rompiera él,
pero es que Villa tiene mucha confianza. El día de Italia, en los
penaltis, me dijo que quería tirar el quinto y yo le dije que el
primero. Los dos primeros son los más importantes. Hay que marcarlos sí
o sí. Y a Cesc le mandé el último porque mentalmente es fortísimo. Y
Cazorla, ése es un monstruo los tira con la derecha y con la izquierda.