Creo que es una de las llagas más sangrantes: la inconstancia. La misma que me lleva a embelesarme con un resultao épico, como aficionao. O no arrancarme con la cancioncilla anti-directiva de turno, porque la última vez no se me unió nadie (y así pensará el de al lao, y la casa sin escoba ni barrenderos). El corte ese que subsiste entre los futboleros, si no es gritando contra el rival o el árbitro de turno...
Que sí, que sí, que soy yo y mis inconstancias. Tanto como Miguélez y las suyas; eligiendo blancos de caza menor un día y de mayor al siguiente.
Hecho el acto de contricción del día, solo queda reclamar ese nirvana etéreo llamao "constancia". Y arrimarle a su primo "unión" a la verita, a ver si entre ambos...
Un cuento eterno, como el fichaje del mediocentro-jugón...