Dicen que una guerra sólo se gana cuando tienes unión y organización, si careces de eso, es imposible conseguir nada. La guerra de la independencia contra estos invasores, Gil y Cerezo, que se hicieron con una sociedad llamada Atlético de Madrid, debió haber empezado hace mucho tiempo, de hecho, empezó hace muchos años en algunos sectores y con varios seguidores. Pero cuando no dispones de información precisa, ni medios de comunicación que te hagan ser oído, ni de un líder carismático, que disponga de dinero o que pueda conseguirlo, para aglutinar las tropas a su alrededor, si además, el invasor, va copando y comprando las posibles voces discordantes, el resultado que obtienes es el que a día de hoy conocemos: La más absoluta mediocridad y crisis de valores a todos los niveles, el desprestigio agravado año tras año, el desmantelamiento de una institución a nivel económico y deportivo… y la espera del tiro de gracia en cualquier momento. Porque los muchos desinformados o acomodados, seguirán pensando que esto es así, porque la vida en el Atleti es así, sufrimiento y resignación, y si acaso una esperanza… la de que haya un “alguien” que por arte divino, aparezca y nos libere de los caciques que están arruinando nuestro sueño.
Pero no, la realidad es que las distintas formas de pensar entre los disidentes, las maneras de enfocar y de ser de cada uno, los rangos, aportaciones, antigüedades, soluciones expresadas, acusaciones de quién debía hacer o qué tendría y cuando… y/o más temas, hacen que en lugar de tener un frente común, nos sigamos desangrando en guerras civiles internas que no hacen más que debilitarnos y darle un tiempo del que no disponemos al que debía ser el enemigo común, adversario único y real, cuyo único propósito y fin es absorber todo lo que era el Atlético de Madrid para intereses propios, dejando cuando lo consiga, un solar y un equipo mezquino, insignificante, sin orgullo, carácter, carisma ni aspiraciones, así como la ilusión de sus seguidores absolutamente rota por falta de resultados y de todos los principios que tenían cuando realmente eran un club grande.
Mis pretensiones y mis sueños serían la de ser campeón de todo y todos lo años, y que el equipo jugara lo más fantásticamente posible al fútbol, para satisfacción del gusto por este deporte, pero la realidad me dice, que con los medios de los que disponemos, no es fácil conseguirlo.
Bueno, lo acepto, pero me vale con que al menos, mi equipo lo intente, que haga honor a su himno, al histórico, claro, no el lacrimógeno de nuevo cuño, ese que inventó un tipo que se decía seguidor atlético, pero que de fútbol, creo que no tuvo nunca mucha idea, en la línea de los actuales mandamases, y cuya presencia por el campo, se limitaba a las pocas veces que lo había visitado para dar conciertos, o algún partido benéfico de artistas y toreros, si es que la ingesta de alcohol que acontece en estos eventos y comilonas de los prolegómenos, le permitían mantenerse en pie para participar.
Me niego a verme representado por esa estúpida letra en la línea derrotista que me quiere hacer creer que yo tengo que ser un hincha rompe piernas, tenga que llorar dentro del Calderón, tenga que aguantar y sufrir y palmar… y me ningunee hasta tal punto, que en mi propio himno haga referencia al rival vecino merengue. ¿A mi que me importan ellos?, a mi me interesa lo mío, y mientras me fije en otros, les doy un valor que no quiero y además no crezco yo, así que… preocupémoslo de lo nuestro, y el resto en su casa que hagan lo que les de la gana. ¡¿Qué mierda de himno es ese con el que me han querido tirar cien años de historia?!.
El que yo quiero, no lo cantarán sopranos ni tenores, ni el coro del orfeón donostiarra, ni lo interpretará la filarmónica de Viena, ni estará adornado con florituras… pero es un sentimiento, es una tradición, es el alma de lo que yo deseo, por ese motivo, cuando lo escucho en un Calderón a reventar, en momentos puntuales, saliendo apasionado de las gargantas de todos los aficionados, me pone el vello de punta, y eso sí puede llegar a saltarme las lágrimas de emoción. Pues ese, es el que espero que representen los jugadores de mi equipo y por lo que deberían de trabajar todos, incluidos los dirigentes, y si no lo hacen, es por lo que creo deberíamos pelear, por su esencia, por aquel: Atleti, Atleti, Atletico de Madrid… jugando, ganando, peleas como el mejor, por eso deberíamos levantarnos, para recuperarlo, porque a día de hoy, eso de ganando… pues qué queréis que os diga y no sepáis de los últimos años. Y respecto a lo de pelear como el mejor, hace tiempo que ya no lo veo, la afición ya no se estremece con pasión (si acaso irritada y hastiada)… porque no quedas entre todos campeón, y porque frente al balón, el equipo de verdad, tampoco existe, es un grupo de jugadores fichados por intereses que no siempre responden a las necesidades de la afición, eso sí, el ambiente llenará, sigue estando, pero el ambiente que se respira no es el de antaño (que yo sólo he conocido en algún partido cuando fui de crío), el de ahora es un lúdico-festivo en el que lo que prima es, con motivo del evento, desconectar unas horas, o echarse unas risas, unos cánticos, unos bailes y si se ve fútbol… pues vale, pero esa es la excusa para quedar con los colegas o amigos a pasar la tarde, punto, lo de ganar ya, pues si se gana genial, pero si se pierde, pues qué se le va a hacer, nos han hecho una transfusión con el rol rojiblanco lastimero y desesperante, que lo del pupas ha calado hasta en la médula del aficionado menos exigente, ¡vaya mierda!. Alguno no sabrá siquiera que ese adjetivo no nos lo pusieron por tener una vida continua de medianías y mala suerte, sino por perder una final de la antigua Copa de Europa, la que sólo jugaban los mejores, los ganadores de sus respectivas ligas. Entonces sí éramos exigentes con nosotros mismos.
Yo me voy al Manzanares, al estadio Vicente Calderón, por ahora es cierto, pero están los que renegaron del Atleti, porque este Atleti no tiene nada que ver con el que ellos conocía y querían, desgraciadamente por culpa de quienes llevan esta nave a la deriva, y su canción es un “Yo no voy al Manzanares, al estadio Vicente Calderón”, y el resto de la afición deberíamos unir fuerzas para no tener que cantar el “Ya me voy del Manzanares, del estadio Vicente Calderón”, para que no dejen de acudir a millares los aficionados, por cariño a una entidad, más que por gustarles el fútbol de emoción, pues emociones, emociones, la de ver que nos empatan con nueve en el tiempo de descuento, o que en un partido lamentable, casi empatamos al final a los galácticos, y alguna más por el estilo, pero que para mi, la emoción no es precisamente eso, y seguro que tampoco se refería a ello el autor cuando lo compuso.
Ahora viene la parte que nos atañe: Porque luchan como hermanos, defendiendo sus colores, evidentemente, me refiero a la afición, el equipo hace mucho que ya no lucha por nada, ni tiene exigencias de luchar por nada (bueno, luchar por evitar el descenso es una meta tan patética, que no merece la pena ni comentarla porque da una idea de donde ha llegado este club).
Lo del juego noble y sano… pues tampoco, esto del fútbol hace tiempo que dejó de ser un juego para ser un negocio, y aún así los actuales dirigentes, ni siquiera lo vieron como un negocio a nivel deportivo, o sea, ganar partidos y títulos, esforzándose y dirigiendo para que sus objetivos fueran esos, y por lo tanto hacer negocio con la venta de camisetas, abonos, entradas, patrocinadores, derechos de televisión…. Pero cuando el negocio es quedarse con el propio club y sus recursos, pues ves la “nobleza sana” de los prescritos, así pues, el derrochando posterior del himno, es el de su historia y sus bienes, no el del coraje y el corazón, salvo que sea el corazón de los muchos seguidores que generosamente lo han derrochando junto con su amor por un equipo y que en absoluto ha estado a la altura ni ha correspondido en igual medida al cariño y afecto que le hemos mostrado.
Así pues, luchemos todos juntos como Hermanos, con un solo Frente, sigamos las Señales de Humo, para dejar el Infierno Rojiblanco y acudamos a Salvar el Calderón, transformemos este Pobre Atleti en Un Atleti Digno, valdrá la pena intentar recuperar sus valores porque así, La Vida en Rojiblanco, puede ser maravillosa…
Y puesto que los medios que tenemos son estos, y por ahora somos los que somos y disponemos de lo que disponemos, podemos seguir esperando y resignarnos a nuestro negro futuro, o con las armas que hay, presentar batalla al usurpador. Por eso, ahora, tiene que rebumbar en nuestra casa el grito del “Que se vayan”, así que: Colchoneros… ¡A las trincheras de Cochise!
http://www.infiernorojiblanco.com/index.php/opinion/tirreinotorio-hawyer/583-ia-las-trincheras.html
"Podemos jugar mejor, ganar o perder, pero hay una idea que no se negocia, que es el trabajo y que nadie es más importante que el equipo" Cholo Simeone