Juan Carlos ARTECHE Gómez (Maliaño, 11/4/1957 - Madrid, 12/10/2010). descansa en paz
Fue
contra el Betis. Llovía en el Manzanares. El Atleti perdía. Y en abrir y
cerrar de ojos, Arteche marcó dos goles, algo extraordinario, y dio la
vuelta al marcador. El jolgorio fue mayúsculo en la grada. Hasta el
punto que al celebrar el tanto de la victoria se venció una de los tiras
de cemento (aún no se había oído hablar de la aluminosis) de la grada
de preferencia, por los botes de los cuatro colchoneros que saltaban de
alegría. El Atleti ganó. Fue por aquel entonces cuando Arteche debutó
como internacional en la absoluta.
Sabíamos
que había superado el primer arreón del cáncer, pero que luego le
volvió a coger la espalda esa "larga enfermedad" de la que siempre se
habla para explicar lo inexplicable de que un hombre presida la sala de
un tanatorio a los 53 años. Esta primavera, antes de la final de
Hamburgo, el Piku (Francisco Javier Díaz, jefe de sección del Atlético
en AS) montó una maravillosa comida en el Asador Donostiarra con los
últimos finalistas europeos del Atlético. Allí estaban muchos de los que
perdieron la final de la Recopa contra el Dinamo de Kiev en Lyon en
1987. Sabíamos que Arteche ya andaba más que pachucho. Pero su vitalidad
y jovialidad contagiaba la mesa. Su enorme sentido del humor disimulaba
su debilidad física, que se percibía en su cuerpo de aguerrido
centralón. Los Julio Prieto, Ruiz, Rubio, Quique Ramos, Mejías Pedro
Pablo y compañía, en aquella sobremesa primaveral, hablaban como si
todavía compartieran vestuario. Buscaban entradas para la final de la
Europa League y se quejaban, sin rencor, de que el club no les había
invitado a estar presentes en Hamburgo.
Arteche fue el primer
opositor a Gil. Se enfrentó al ex presidente como capitán y luego lideró
la Asociación Neptuno en los despachos. En los últimos tiempos seguía
siendo crítico, pero su interés siempre era el bien del Atlético de
Madrid, club al que amó y representó siempre.
Para
los centrales de la cantera, que soñábamos en cada entrenamiento en los
campos de arena del Cotorruelo llegar al primer equipo, Arteche era un
modelo. Era duro y expeditivo y noble, como debe ser un defensa. Y
conocía sus limitaciones. Con unas condiciones técnicas escasas se
defendía en la elite con honradez y honor. Consiguió ser y siempre será
un símbolo del Atlético de Madrid.
En el verano que pasaba del
infantil (lo que ahora es cadete) al juvenil, estuve en Falmouth, al sur
de Inglaterra, cerca de donde cayó derrotada al Armada Invencible,
aprendiendo inglés. Mi madre me mandó una carta con una página del
diario AS (hace poco la tuve en mis manos en uno de esos deliciosos
viajes de ida y vuelta de las pequeñas cosas) en la que aparecía un
equipo tipo del Atlético para aquella temporada 87-88. Sobre la cara de
Arteche mi madre había pegado una foto mía y hacía pareja de centrales
con Andoni Goicoechea (entonces se escribía así). Nunca llegué a llevar
el cuatro del primer equipo. Pero aquel verano del 87, aquella
pretemporada, me sentí Arteche.
Descansa en paz, Juan Carlos.
http://matador.elconfidencial.com/2010/10/yo-queria-ser-arteche.html