El mejor Atleti que yo he visto fue el de esa liga del 70, con los laterales doblando a los extremos, cosa, si no me equivoco, absolutamente novedosa en España. Meses después, llamaba la atención cómo Carlos Alberto lo hacía con Jairzinho, pero eso llevábamos celebrándolo toda la temporada en el Manzanares. Melo por la derecha y Calleja por la izquierda. Formidable. Para mi gusto, mejor que el de Merkel y mejor que el de Luis. En conjunto, mejor también que el de Antic, aunque éste tuviera algunos fulgores inolvidables. Luego vino lo del Cagliari y las semifinales contra el Ajax. España se paraba para ver al Atleti, porque estaba entre los mejores equipos de Europa. Marcel Domingo exhibía ese orgullo tan francés que consiste en enaltecer lo propio cuando lo propio lo merece y hacerse mirar desde abajo. Tenía la cabeza en forma de bombilla, más ancha por las mandíbulas que por las sienes y entre sus virtudes, coquetamente cultivada por él, la de utilizar cuando jugaba de portero unos jerseys de colores llamativos. Eran unos jerseys preciosos que cautivaban a los niños, como a nuestro pro56, que ya entonces comenzaba su carrera de esteta.