Te vas. Y lo extraño, es que marchas sin haber bajado la cláusula. Sin ser una cesión gastada. Sin pertenecer a un fondo de inversión... Te vas, porque como aquél viejo elefante, buscas un cementerio deportivo donde tumbar tus huesos cansados. Porque con la espinilla, la ternilla o el cuadríceps, te los has desgastao en el Atleti. Te vas, y te llevas en la mochila moteada a Rayas, revueltas, los grandes cortes al cruce, con las épicas cagadas. Te vas, mientras tu velocidad discute con tu técnica. En tanto, la honradez media en tan gravoso conflicto. Porque se va un honrao. Un currela. Uno de esos honraos currelas que jalonan la historia del Atleti, y que crean leyenda. Porque uno no sabe bien si nunca tuvo que haber llegado, o jamás haber marchado. Porque lo que deshacía con la pierna, lo construía con el corazón; lo que construía con el reprís, lo deshacía con el borceguí. Porque siempre conviene tener a un tipo callao, honrao hasta las cachas, e indigente de técnica, cerca de la banda. Así hace de apuntador. De mensajero, en un momento dao. Es agua bendita para algunos de aquellos aficionados que gustan de matar al correo, en lugar de a quienes escriben las cartas. Porque tú no has sido, ni de lejos, el único mensajero en una orquesta afinada. Mas bien ha sido un nido de desafinados con algún solista que se piraba en cuanto comprobaba el percal.
Dicen que te recomendó el Niño, tras aquél postrer Villa de Madrid, donde le marcaste en Casa. Que un menda atrape liebres, ya es novedad.... Y te quedaste. Fuiste alabado y denostado, enaltecido y defenestrado. Y te merendaste, desde mi amargura, los días de Griffa. ¿Qué decirte?. ¿Qué me hubiera gustado más que conservara el récord el argentino?. ¿Que lo hubiera batido otro de más pierna?. Es cierto. Fué un símbolo en el que gustamos de mirarnos algunos ahora, en estos tiempos tan de SAD. Pero en el Club, cuando acabas formando parte de uno de los nuestros, el Fútbol trasciende. Te reencarnas en vida. Y los actos te trasladan a otro plano, menos material. Más humano. Y ahí, Colombiano, te has puesto a la altura de muchos Griffas. Esto no debiera de ser una ONG, pero tampoco el subsótano de la Gestapo. Entonces, en aquél extinto Villa de Madrid, te habiamos visto la velocidad; pero nos quedaba por descubrir el corazón.
Suerte allá donde vayas, Atlético. Si el "Atleti es lo mejor que te ha pasado en tu vida", el Club ha parido un hijo más allí, en la lejana Turbo. No podías ser de otro lao, Piernas.