Las metas exigibles a este equipo, ya se han alcanzado. Salvo cataclismo, tercer puesto en la Liga, asegurado; en Copa, hasta donde cabía llegar, visto el itinerario y lo que en él se nos ponía como peajes; y en cuartos de Champions, lo que significa que, probablemente, el año que viene seamos cabezas de serie para los sorteos. Todolo que de más caiga en Liga y Champions, es un precioso regalo, o siendo muy optimistas, preciosísimo.
No tengo mucho que añadir a lo que la mayoría habéis dicho del partido. Gabi: sin comentarios, pues los calificativos que me salen me suenan a excesivos para mi gusto personal. Y cerca de él Costa y un Juanfran que crece día a día; vaya lateral que se está haciendo, de primer nivel.
Si acaso, un par de cositas que no me han gustado. El repliegue tontorrón tras los primeros diez minutos; y digo tontorrón porque se podía haber sentenciado en veinte o treinta minutos el partido, como se ha visto en la segunda parte, cuando se ha hecho lo que debía haberse hecho antes: más adelantadas las líneas y, sobre todo, menos estática la línea de cinco centrocampistas, de la que nadie se descolgaba a presionar la salida de los italianos desde su campo (muy floja, por cierto). Y del ambiente: lo siento, pero en la primera parte, cuando el equipo sufría, la inmensa mayoría de la grada ha callado y visto cómo los cuatro mil visitantes se dejaban oir más que los cincuenta mil locales. Luego, claro, con el equipo mordiendo y goeleando, fiesta, que está muy bien, pero antes he visto en la grada mucha flojera -así me he quedado afónico, a la vez que anonadado, al ver que a mi alrededor nadie secundaba los gritos de ánimo. Ah, y un cerapio para los gritos contra el Milan al final. No veo la razón para ellos, y arrieros somos y en el camino nos encontraremos, espero.
Ahora, me voy a comer y a ver si puedo echar una cabezadita antes de volver al curro por la tarde, que me he levantado a las cuatro para coger un avión de vuelta a casa; eso sí, más feliz que una perdiz.