Cada cosa en su sitio, y un sitio para casa cosa. La Directiva tiene la culpa de donde estamos y quién ya no somos. El entrenador tiene la culpa de jugar de manera desorganizada, sin un patrón ni estilo de juego, con decisiones ilógicas. La plantilla tiene la culpa de haberse devaluado a sí misma entrando en una desidia, asqueo y pasotismo que empiezan a invadir a gente como el Kun (ya dije que lo de Liverpool pasaría factura, lo del Kun es el principio del fin). O bien, convierte a jugadores buenos o aceptables en verdaderos paquetes desquiciados, que están más para sentarse en el diván que para otra cosa.
Como en el ejercito, esto va por rango. Los menos culpables los futbolistas, luego el entrenador y evidentemente la Directiva es la reinona del baile. No hace falta mezclar las cosas. Esta plantilla es mucho mejor que la mayoría de la Primera División. Y por tanto, tiene que jugar de acuerdo a esa premisa. Criticar al entrenador no significa exculpar a la Directiva y decir que los jugadores son más buenos que lo que demuestran en el campo tampoco.
Ayer se hizo nuevamente el ridículo, directivos, entrenador y jugadores.