"La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas", es una célebre sentencia atribuida al sabio Confucio.
Si el docto entre los doctos chinos viviera en la España actual, estoy por asegurar que bien podría haber modificado la sentencia del siguiente modo:
La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna, sin estrellas y con Largueros y Tirachinas