La bajada de pantalones de Alfredo Relaño
Bruno Sanxurxo
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Alfredo Relaño sabe mucho de fútbol y, lo que es más importante para su profesión, escribe muy bien sobre fútbol. Algunos de sus editoriales son notables, de lo mejor de este país. Su pluma es irónica e incisiva, necesita poco para decir mucho y es inteligente en el uso de la metáfora. Pero a día de hoy su habilidad literaria quizá sea de lo poco que le quede, porque ha perdido la dignidad como periodista y, con ello, la credibilidad.
Sin credibilidad un periodista no es nada. Cuando un lector curioso se ve obligado a separar la paja del trigo, tarde o temprano dejará de comprar tu publicación. Porque uno debe leer la información y reflexionar, formar su propia opinión, pero no tiene porqué andar descubriendo las mentiras o medias verdades, como si de un juego de los siete errores se tratare.
Así es como me siento yo al abrir el Diario As; o ni siquiera eso, porque a veces la portada ya me echa para atrás. He de reconocer que le tengo cierto miedo, un pequeño temor a que se me contagie la distorsión de la realidad. Me imagino en la caverna de Platón, con la única compañía de Alfredo Relaño, contándome la verdad según su prisma, dale que dale con el villarato. Y yo le digo: “Alfredo, no insistas, no me creo nada y no, no quiero la cartilla para conseguir el chaleco del Real Madrid”. Pero el insiste, erre que erre con el villarato. Entonces sueño con escapar o con que Del Nido o Ángel Torrres vengan a rescatarme.
Antiguamente el ‘Diarios As’ me parecía un periódico bastante sensato, al menos en comparación con su gran rival, que hace ya mucho tiempo que apostó por la infobasura. Claro que siempre ha tenido sus cosas y sus personajes, como Manolete y sus predicciones 0,7 (por ciento de acierto), o Tomás Roncero, que ahora estará contentísimo con el giro editorial, hasta que un día se de cuenta de que el jefe le ha robado el papel, el estilo y la gracia. Pues lo que antaño no eran más que simples guiños a los más forofos, porque como es lógico los hay entre sus lectores, ahora es la hoja de ruta. Antes lo más pornográfico que había en el periódico era la chica de la contraportada; ahora la pornografía marca la línea editorial: no importa el qué sino el cómo.
El director del As es el inventor del concepto villarato. Una ocurrencia con cierta gracia al principio, que resumía en una sola palabra todo lo que hay detrás de Ángel María Villar, ese pseudodictador que controla todos los estamentos del fútbol español (Federación, Liga, árbitros, comités…). Pero ahora ha tomado su invento y ha construido un nuevo Frankenstein que sólo sabe balbucear: “eso fue penalti, aquello era roja, me faltan cuatro puntos…”. Y el pequeño Frankenstein ya debe estar haciendo prácticas en la redacción de su creador, porque si no, no me explico el título (ni el tono ni el contenido) de la crónica del Sporting-Barça del pasado sábado: Villarato bajo la lluvia de Gijón.
Claro que ha habido villarato. Lo hubo cuando no se cerró el Camp Nou después del ‘Caso Cochinillo’, por ejemplo, y en algunas otras ocasiones (y lo que no sabremos…). Pero buscar indicios de villarato en cada jugada dudosa, en cada patada, en cada fuera de juego, es disfrazarse de profetas del Apocalipsis. Es acudir a la cultura del miedo, como con las pandemias de gripe: se contamina el cerebro de la gente hasta que ve un foco pandémico en cada estornudo. Así se comporta el As: clama al cielo elevando lo venial a pecado mortal y engaña a sus lectores hasta que los más desnortados, esos que yo llamo ‘jinetes del apocalipsis’ y que Del Nido ha definido indirectamente como ‘Los que tienen muy mala idea o no tienen *** idea’, hacen suya la lucha, sintiéndose obligados a hacer todo el ruido que puedan para contrarrestar los poderes oscuros del villarato.
Tengo un diagnóstico claro. Alfredo Relaño ha llegado a una determinante conclusión: “Haciendo un periódico de calidad nunca venderé tanto como ‘Marca’, así que voy a hacer lo que han hecho ellos, sacrificar la veracidad por el opio para el pueblo. ¿La gente quiere sangre? ¡Pues les daré el mejor Circo que jamás hayan visto!”. Lo que yo llamo una bajada de pantalones en toda regla.