Con la bufanda puesta
J. F. Borrell 12/11/12 - 09:27.
El Atlético de Madrid retornó frente al Getafe a la senda del triunfo después de encadenar dos derrotas en cinco días que habían provocado que más de uno, aficionado de otros equipos que están llamados a pelear con los de la ribera del Manzanares por un puesto en la próxima edición de la Liga de Campeones, se frotara las manos pensando que el proyecto que capitanea Diego Pablo Simeone empezaba a resquebrajarse y que todo se iba a quedar en un sueño.
Lo hizo liderado por un magnífico Arda Turan que, si bien en el origen de la jugada del segundo gol el balón le golpeó en el brazo, la manera en la que finalizó la jugada, amagando primero y driblando después a Moyá, fue de auténtico crack. Como siempre digo cuando alguien marca un golazo como el que firmó el turco, si lo hubieran marcado uno de los dos que ya sabemos, lo tendríamos hoy para desayunar, para comer, para merendar y para cenar. Adrián, que aún no es el mismo que la temporada pasada deslumbró a media Europa, por fin vio puerta en Liga. Sólo faltó por marcar para que la fiesta fuera completa Falcao, pero parece que los árbitros han dado licencia a los rivales para 'cazar' al Tigre como sea, aunque sea furtivamente.
Pero bueno, voy al asunto que me ocupa. Está claro que el Atlético es segundo en la Liga BBVA, está a sendos pasos de alcanzar las siguientes rondas tanto en la Europa League como en la Copa del Rey y que es supercampeón de Europa gracias a las genialidades de Arda Turan, a los goles de Falcao o a la solvencia de la zaga, que ha dejado de ser el mejor aliado de la delantera rival. Pero hay un futbolista que conviene destacar por encima del resto. Un futbolista que ha crecido, y mucho, de unos meses a esta parte, concretamente desde la final de Bucarest, donde firmó un partidazo. Un futbolista que, no hace tanto tiempo, era muy cuestionado por la grada. Un futbolista que aporta equilibrio al equipo, que disimula las carencias de los que le rodean, que defiende, que ataca, que corta, que distribuye, que va bien de cabeza, que cuando no está se nota su ausencia. Un futbolista que está llamando a la puerta de un despacho. El futbolista en cuestión es Mario Suárez y el despacho es el de Vicente del Bosque.
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