Un pequeño homenaje a Eduardo Galeano, es este título, quien, según decía en El País de ayer, cuando empieza un Mundial, cuelga de la puerta de su casa un letrero que dice "carrado por fútbol".
Quisiera con este post, pues, abrir un hilo dedicado al Mundial.
En los dos días que van de campeonato, he visto el Uruguay-Francia, el Argentina-Nigeria y el Inglaterra-EE UU.
Vaya por delante que los primeros partidos de los Mundiales suelen ser bastante pestosos: los que saben, salen con la normal inseguridad a cómo andarán y el temor a un patinazo que pueda resultar fatal.
Pero dicho esto, a modo de atenuante, la verdad es que, salvo el partido entre ingleses y estadounidenses, que se dejó ver, y los últimos minutos de los charrúas y galos, por la emoción, se ha visto muy poco de bueno.
Uruguay confirmó lo que le llevo viendo demasiados años: les queda la garra y poco más. Forlán anda entre Málaga y Malagón: aquí tiene al menos al Kun, pero es que con la celeste está más solo que la una, porque anda que el sobrevalorado Luis Suárez, debería cambiar el nombre o el apellido, para no mancillar tan ilustre nombre. Cada vez que pienso en que podría ser el recambio del Kun aquí, se me hiela el corazón.
De los franceses, ni rastro. Un equipo que ya nada es, salvo un recuerdo. No tan lejano como el de Uruguay, pero un recuerdo.
El Argentina-Nigeria me traía remembranzas de otros campeonatos, en los que los africanos hicieron de grandes animadores. Pero está visto que África sigue sin progresar, por mucho que la casi totalidad de sus jugadores estén en los mejores campeonatos europeos. En el caso de Nigeria, no es que no haya progreso, sino que, directamente, están en regresión. No recuerdo un equipo peor que el que ayer se enfrentó a la alibiceleste: técnicamente, horribles; tácticamente, calamitosos. Frente a ellos, una Argentina que poco me dijo. Su esquema es lamentable, un adefesio, como El Pelusa vestido de traje. Tres defensas y medio, a cual peor; un centro del campo con un solo jugador de verdad: Mascherano; y arriba, todo, incluso en exceso. O sea, puro desequilibrio en manos de un desequilibrado. No seré yo quien lamente un bastante previsible fracaso argentino (me gusta el fútbol argentino, amo a sus jugadores, menos a tipos como el tal Heinze, pero no sé por qué, quizá por cosas de la remota adolescencia, odio a las selecciones argentinas).
Los ingleses, en su línea, que sólo han sido capaces de romper dos veces en su historia (en el 66 y el 94). Muchas expectativas antes y decepción después. En este año, la decepción no lo será para mí, pues a la vista del elenco que maneja Capello, no los acabo de ver. Esa ya sempiterna mácula de la puerta, promete ser un martillo. Súmese a ella la falta de un solvente central derecho, la falta de un medio centro de calidad y de alguien que pueda poner criterio en la organización del juego, más la soledad de Rooney arriba (los pitufos negros, el espárrago y el pánzer de Birmingham parecen personajes de Benny Hill). Si encima ponen a Gerrard y Lampard a jugar de lo que no son, anulando por su posición lo mejor que tienen, que es mucho, lo van a tener crudo. Ayer, frente a un equipo que es sólo orden y físico fueron incapaces de ganar, pese a tener el partido donde seguro que quería Capello, no sé cómo se las arreglarán en octavos, aun cuando no les toque un hueso de los duros de verdad.
Quedo a la espera del "grupo de la muerte" de turno y de España, porque de los alemanes, por muy alemanes que sean, esta vez espero poco, por no decir nada.