Al tonto de llouriño le hizo también mucho daño su paso por la cuadra. Allí quedó demostrado que no es tan buen entrenador y que la ambición individual te lleva tanto a ganar como a salar las tierras por donde pisas. Allí vio que, sin jugadores, él es un límite tendiendo a cero. The idiot one, que ya veía enemigos en la prensa, los árbitros y todo lo que no fuera su ego, pasó a ver enemigos también en su banquillo, porque la cuadra es eso, un trampolín de alimañas.
Hace poco que está en un Chelsea ya viejuno y mermado, y no sabe sacarle el jugo. Los mayores ya están muy mayores, los nuevos talentos no son los cracks que poblaban a los blues hace unos años y para el juego que él quiere desarrollar necesita tres toros (Essien, Drogba, Ivanovic) que o no están o se han ido. En estas, Fernando Torres no ha gozado ni de su confianza clara ni de cierta regularidad: trajo a Eto'o como ¿sustituto?, ¿competidor?, ¿estímulo?, le ha dejado fuera en partidos medio importantes pero le ha echado a los pies de los caballos en los trascendentales, queriendo echar una bonoloto a sabiendas de que Torres es de esos que te deciden eliminatorias. Así no hay quien se aclare, y eso es lo peor que le puede pasar a un jugador, a un banquillo, a un equipo.
Me da la impresión de que el tiempo de Torres, de todas formas, ha pasado, y no esta mañana