Señor Fernando Torres,
y no le hablo de señor porque no lo conozca de nada, que como
mínimo, lo llevo viendo cada domingo durante los últimos 14 años. Tal
vez en esta etapa de su vida profesional, en la esperada vuelta al club
donde creció, sienta la obligación de tener que cumplir unas
expectativas de las que nunca se habló, pero que el muy subconsciente se
encarga de definirlas, y si no, ya se las recuerdan el medio y los
medios para que queden bien claritas.
Y en estas, es cuando se entra en una de esas crisis del jugador de
"tengo que... pero no puedo, no puedo y lo quieren ya", y donde la fe
que va poniendo el hincha partido tras partido sólo son kilos de más.
He de decirle que no es fácil convertirse en leyenda de un equipo
ganador de títulos nacionales e internacionales, o de uno de los mejores
equipos de Europa sin haber ganado nada. Absolutamente nada. De hecho,
habiendo formado parte de la etapa del equipo en la que las derrotas se
contaban de tres en tres y por goleadas. No es algo que esté a la altura
de todos los jugadores. Ni de todas las aficiones.
Bendita afición la que se encomienda a un chaval de 17 años para salir del infierno. Bendita locura. Bendita ilusión.
14 años después, se encuentra a las puertas de un dato más, a las
puertas de una cifra que realmente ya no dirá si usted fue mejor o peor.
Pero que algunos se empeñarán en criticarle hasta y cuando la
traspase.
Pero sepa usted que para la verdadera afición no es más leyenda
quien más records escribe, sino quien más suda la camiseta. No importa
si juega en la defensa o en la delantera. No importa que el gol haya
sido a favor o en propia puerta, no importa si fueron 100 o sólo fueron
10.
En breve marcará un gol, y sólo así para algunos dejará constancia
de haber hecho en un club historia. Por eso antes de que lo haga, vengo a
decirle que no se preocupe usted si mientras tanto se oyen silbidos
desde las gradas, o si llueven críticas en los periódicos. Hay cosas que
hacen a un jugador inmortal para una afición, y no son los logros ni
los records que quedan escritos en un papel.
Y no, tampoco es el famoso Gol de Viena. Es la celebración de una
Copa del Mundo con la bandera del Atleti. No es el gol que marcas al
rival, es el gol en contra que no celebras. No es el rendimiento, es la
entrega. No es el gol que le marcas al FC Barcelona, es el celebrarlo
besando el césped del Calderón; no es el jugador dentro del campo, es la
persona fuera de él.
Señor Torres, no se preocupe usted si no marca el gol 100, ni siquiera hizo falta que marcase el primero.
A una leyenda del Atlético de Madrid.
@narfbaya
Un atlético. Uno más.