Bueno, bueno, el Sr. Preciado es más cuco de lo que aparenta con su campechana espontaneidad.
Las cosas no le van nada bien este año, siendo objeto de un movimiento de contestación cada vez más amplio en Gijón (la memoria, y más la colectiva, es flaca). Tras la eliminación en la Copa el pasado miércoles, las cosas se le están poniendo turbias, y yo tengo toda la impresión de que sus declaraciones han estado tan calculadas como las del objeto de su ira; es decir, está calentando el ambiente y, de paso, intentando granjearse unas simpatías entre los seguidores gijoneses que cada vez son más menguadas.
Vamos, que aquí, en el circo mediático del fútbol español, hasta el que parece más tonto hace relojes, y no de madera, precisamente.