Otro curso sin Diego
José Miguélez (09:06)
El mercado aún no se ha cerrado, pero la Liga ya está
ahí. Y Diego, el centrocampista brasileño por el que suspiran los
hinchas del Atlético, sobre todo su entrenador, que lo mencionó
expresamente como su mayor deseo, que lo suplicó bien alto, la única
petición que se animó a convertir en pública, sigue sin aparecer. Y no
lo esperen, porque no vendrá. El club ya ni se esfuerza en aparentar que
lo intenta, como el verano pasado. Más bien desliza razones por las que
no convendría insistir en la contratación del mejor centrocampista que
ha pasado por el Calderón en décadas. Especialmente porque ha sido el
propio jugador el que se ha encargado de responsabilizar a los
dirigentes madrileños de que no esté con la rojiblanca puesta. Que si
por el fuera, ahora mismo.
Atendiendo a la información publicada por Alberto Barbero en Marca,
que bebe en fuentes bien oficiales y las menciona, el Atlético, contra
el criterio de Simeone y contra la propia memoria, discute las
prestaciones deportivas del brasileño. Y cuela con pretensiones
demagógicas que su presencia quitaría tiempo de juego a Koke y Óliver
Torres, como si los buenos no pudieran jugar todos juntos, como si la
oferta de minutos no diera para ver lo suficiente sobre el campo,
incluso demasiado, a gente como Raúl García o Cebolla, como si el Cholo
necesitara excusas para desconfiar de la joya de la cantera (Óliver no
actuó nada la temporada pasado pese a pedirlo a gritos, y no estaba a su
lado el brasileño). Ese argumento esgrimido invalidaría cualquier
fichaje, también por supuesto los que sí admiten estar tratando de
conseguir para esa zona del campo.
Pero el Atlético (que recuerda que sin Diego el equipo ha seguido
ganando), sobre todo aduce motivos económicos. Que diez millones brutos
de ficha son una barbaridad. Y efectivamente lo son, también en las
operaciones gestionadas por otros representantes más afines. En todo
caso, el dinero sería un argumento suficiente para explicar el fracaso
de la operación. Cada club llega hasta donde llega. Pero lo más
llamativo es el añadido de la coartada, ese “la operación sólo se
amortizaría alcanzando como mínimo los cuartos de la Champions” y el
“¿cómo le pagamos si al año siguiente no nos clasificamos?”.
Hasta ahora, el Atlético utilizaba su no presencia en Liga de
Campeones como una justificación para vender a sus mejores futbolistas
(aunque cuando la premisa se cumple, como este año, vende igualmente a
Falcao). Ahora da un paso más: cuando no hay Champions, porque no hay
Champions; cuando sí hay Champions, porque en el futuro puede dejar de
haberla… Y si no, ya se les ocurrirá algo.
Es muy difícil rebatir un argumento de austeridad, y más en estos
días. Menos complicado es discutir esa política a partir de los
agravios, las contradicciones y las incoherencias. Diego no volverá al
Atlético por más que quiera él, que lo solicite Simeone y que lo desee
la hinchada. Diego no volverá al Manzanares por mucho que sea el mejor
centrocampista que ha vestido la rojiblanca en este siglo. Diego no
jugará tampoco este año de rojiblanco. Pero no son cuestiones deportivas
ni económicas las que impiden su regreso.
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