Bacharach:
Claro, y
si cogemos otro equipo cualquiera que como club de socios estaba en primera y
ahora como SAD está entre segunda B y tercera también te daría la razón por la
meritocracia y las castas y lo ascendente de lo descendente y raca-raca.
Por
supuesto, sería un caso de movilidad meritocrática descendente. Pero vamos,
nada que no ocurra EN EL RESTO DE SECTORES DE LA ECONOMÍA.
Bacharach:
Y no te
das cuenta de que haciendo uso de la misma falacia se puede llegar a las mismas
conclusiones a las que llegas tú defendiendo exactamente lo contrario, lo que
da una buena medida de la nula validez de tan pobre razonamiento.
Explícate,
que no te entiendo. Me temo que debo de estar espesito hoy.
Bacharach:
Y ahora el
Levante. "Justo cuando tienen un gestor -un presidente- profesional",
dice. ¿Pero no has leído lo que has puesto? Ese hombre no está ahí por su
excelente formación ni porque un consejo haya elegido el suyo entre muchos
curriculums, está ahí por su bisabuelo, su abuelo y su padre. El hecho de que
esté ahí y haga lo que hace, comparado con lo que hacía el que estaba antes que
él, y suponiendo que el Levante sea ejemplo de nada, que es mucho suponer, lo
que viene a demostrarnos es precisamente lo contrario de lo que tú dices, ya
que pone sobre la mesa la importancia capital del gran valor añadido que aporta
el modelo de club de socios: el cariño.
¿Cariño? Espera que me da la risa. Supongo que por “cariño” te
referirás al “tráeme a Futre, págame un día en el Parque de Atracciones con la
familia y dame bocatas gratis que yo te voto aunque seas un golfo”. O al clamor
de 90.000 personas en el Cuerna en la presentación del Chuloputas Poligonero-7
por un presidente que unos años antes se había marchado dejando tirado al club
(que no fue ni votado, por cierto). El populacho lo que quiere es “pan y
circo”, y lo único que le preocupa es que entre la pelotita o que el árbitro
pite penalty, que es por lo que de verdad van a bramar y no porque unos golfos
se hayan apropiado de su club de forma indebida, como vemos constantemente en
el Calderón.
Ese señor está ahí porque se lo ha ganado, porque primero porque fue
nombrado por la administración judicial, lo hizo bien, demostró ser un tipo
válido para el puesto y por eso tras levantarse la administración judicial el
patronato lo “fichó” como primer ejecutivo, en este caso con el rango de
presidente. Precisamente al mismísimo presidente actual del Levante le he oído yo
decir que vino a sustituir a un señor que era “infinitamente más levantinista
que él”. O sea, que si por sentimiento fuera su antecesor sería más apto para
el cargo que él, algo que el tiempo ha demostrado no ser así.
Ahora es un tipo profesional que ha pasado por la denominada “curva de
aprendizaje” por la que pasamos todos cuando nos incorporamos a una nueva
responsabilidad en nuestra carrera profesional, que es lo que tiene tener a un profesional
y no a un aficionado al frente de una entidad tomando decisiones como ocurre en el modelo de
clubes de socios. ¿Que encima es levantinista de cuarta generación? Miel sobre
hojuelas. Pero está en el puesto porque ha demostrado estar profesionalmente
cualificado para el puesto. Porque el sentimiento se puede heredar, pero no la
capacidad de gestión.
Saludos en rojo y blanco.