La escena es tremenda. Mientras futbolistas (los que no han acabado el partido sobre el campo) y auxiliares se abrazan junto a la línea de cal, sin perder ripio de lo que sucede en el área del fondo norte, un tipo con traje negro se pasea unos metros por detrás. Para acá. Para allá. No mira, luego contará que otras veces le ha ido bien sin hacerlo. Y está solo. Completamente solo. Pasan unos segundos hasta que la reacción del público se lo deja claro: Lautaro ha fallado y el Atlético está en cuartos. Entonces, mientras todos corren hacia el césped, él camina hacia su banquillo. Lo vemos en el video del gran Chema G. Fuente para Mundo Deportivo.
Hurtado por unos instantes a la vista general, una toma frontal posterior descubrirá después su rostro crispado. Nos mata, nos da la vida. Diego Pablo Simeone se sienta y bebe un trago de agua. Lo rescatará un miembro de su equipo de trabajo con un largo y sentido abrazo. Entonces sí, entonces se reincorpora al concierto. De hecho coge la batuta y afina la orquesta. Lo que era un pandemónium se convierte en un coro. Y el Metropolitano suena como los ángeles, porque no hay mejor director. Es noche de fiesta y El Cholo participará de la misma, faltaría más, pero esa secuencia ha expuesto como pocas la soledad de un entrenador. De este entrenador.
Simeone ha metido al Atlético en la máxima competición continental once veces consecutivas y entre los ocho mejores hasta siete. Simeone ha ganado 50 partidos en la misma, muchos más que el resto de entrenadores que haya tenido el equipo... juntos. Simeone se apunta batallas aunque tenga menos armas que los demás y por eso mismo resulte complicado que pueda ganar la guerra. Simeone es todo eso, pero también una frase como la que dejará después: "Lo único que digo es gracias. Son 12 años en el club y todavía me siguen apareciendo esas emociones de un chaval que recién agarra como entrenador al equipo". Un chaval que recién agarra...
CHEMA REY / MARCA
Y ese chaval ha observado en las últimas semanas las pésimas prestaciones del equipo en partidos importantes, por eso lo de dar en lugar de pedir, pero también la impresionante carga de negatividad que lo ha venido acompañando. Sin esperar siquiera a que concluyera la eliminatoria, no fuera a ser que se clasificara el Atlético, la temporada rojiblanca era una vergüenza, una mayoría de futbolistas merecía como mínimo el despido, el propio Cholo andaba superado por la situación, había que recibir al equipo con bronca antes de un partido fundamental... Duele escribirlo y habrá a quien le duela leerlo, pero parte de los que declaran orgullosos que no son como otros se han mostrado en las últimas fechas exactamente iguales que esos otros.
Porque se ha comprado un marco curioso y precipitado, el de los vendedores de crecepelo, para un equipo al que se exige competir por títulos, no ganarlos, y en un curso que ha dejado tardes decepcionantes pero también noches memorables (las primeras a domicilio y las segundas en casa, lo que merecería análisis profundo). Y porque una vez más hay que citar al amigo Ennio Sotanaz cuando dice que en el fútbol hay que estar para SENTIR, mayúsculas incluidas, lo que se siente en ocasiones como la del miércoles.
Hay más figuras a las que referirse, por supuesto, Oblak estirándose, Koke corriendo más de 17 kilómetros, Saúl haciendo un impresionante ejercicio de sinceridad, pero apetece detenerse especialmente en la de Savic, porque el central montenegrino es uno de ésos que no tiene quien lo defienda. Y quizás haya pasado su mejor momento. Y quizás se lesione demasiado (curiosa la carrera de Giménez para abrazar a Oblak...). Y quizás le cueste coger la forma. Y quizás haya que plantearse su continuidad. Quizás. Pero el tipo viste la rojiblanca desde 2015 y merece un respeto. Incluso aunque no fuera capaz de hacer un partido como el que hizo ante el Inter, merece un respeto.
Como su entrenador. El que hace camino al andar. El que no necesita mirar para verlo todo. A los que lo defienden (a los que lo defendemos) también les ha caído una buena desde ciertos púlpitos. Puede que lo peor del Cholo sean los cholistas, sí, pero afortunadamente lo mejor de los cholistas sigue siendo El Cholo. Y que venga lo que tenga que venir...