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Re: German "el mono" Burgos
:El Mono Burgos abandona a Simeone: ya no quiere hacer más el trabajo sucio Ulises Sánchez-Flor Hay de todo un poco en la decisión que toma Germán 'el Mono' Burgos de abandonar el Atlético de Madrid. El Mono Burgos alega razones profesionales y proyectos de futuro para desligarse del jefe. Simeone es, con toda seguridad, como un hermano. Más que un amigo, por la complicidad y la lealtad. Como dice en el vídeo de su despedida, se entienden con la mirada y a cabezazos. La decisión de abandonar a Simeone viene de muy lejos y está más que madurada. Existen motivos de índole personal que están ligados con las ambiciones y los retos de quien se siente capacitado y cualificado para ser cabeza de león y tomar la última decisión.
Hay, por supuesto, un alto componente de desgaste de un segundo entrenador que estaba sobrecargado de funciones (estratégicas y de control de vestuario), que necesita volar y comprobar si la experiencia acumulada como portero y mano derecha del Cholo es capaz de capitalizarla como líder de un equipo. El Mono Burgos, con su versatilidad para ser el jefe de recursos humanos y el motivador del guía, tiene, desde hace meses, otras inquietudes. "Si se cree, se puede", es la frase de cabecera del Cholo. Si se tiene al Mono, se vive más tranquilo la presión en el banquillo, porque hace de cortafuegos. Su trabajo de secundario repercute en muy buenas rentas.
Simeone, como suele suceder con todos esos entrenadores de perfil alto y mucho carisma y reconocimiento, ha podido explotar la figura de su segundo. Al Mono Burgos le pedía el cuerpo, desde hace más de un año, una aventura en solitario. A Simeone, se entregó en cuerpo y alma. Si hacía falta asumir el papel de poli malo, ahí estaba para estar vigilante. Si tenía que intimidar al árbitro, saltaba el Mono del banquillo, lo mismo con los entrenadores rivales… Un escudo y protector. El Mono quiere dejar de hacer el trabajo sucio y lucir sus conocimientos de estratega y técnicos. Los que conversan con él habitualmente le califican de un estudioso y analista, con registros tácticos, y el cerebro en la sombra del Cholo.
Las broncas en el banquillo
No ha habido manera de que Simeone y su hermana y agente Natalia pudieran conseguir que el Mono Burgos siguiera en la familia. Se plantó. El 15 de febrero de 2019 decidió separarse del clan Simeone y sorprendió a todos en el club. El Cholo consiguió uno de los mejores contratos (con un sueldo de 20 millones de euros netos) y el Mono Burgos dio el primer aviso de abrirse las puertas. Nadie daba crédito, porque su sueldo es uno de los más suculentos que puede tener un segundo entrenador. Germán Burgos está en los tres millones de euros netos y con este gesto dejó claro que sus intenciones no eran económicas. Se empezó a poner en el mercado y hacerle ver a Simeone que se hiciera a la idea de que tenía fecha de caducidad como ayudante.
El desgaste ha sido importante. En el Atleti, recuerdan dos capítulos sonoros de cómo el Mono se partía la cara por los intereses del Cholo y, claro está, del equipo. Uno fue en el Vicente Calderón, el 3 de marzo de 2014, cuando tuvieron que sujetarle hasta siete personas porque se iba a por el árbitro. Era un derbi y el partido había entrado en una fase de tensión. El colegiado, Carlos Delgado Ferreiro, expulsó al Mono Burgos por reiteradas protestas y este quiso invadir el campo para irse contra el árbitro. Además de las siete personas del banquillo que le sujetaron, entre ellas Simeone, tuvo que frenarle el madridista Pepe. Cómo lo vería el portugués de exaltado para intervenir en la trifulca en modo pacificador. Fue uno de los episodios más broncos del ayudante del Cholo.
El otro sucedió en el Bernabéu. También en un derbi y con Mourinho en el ajo. El portugués se quejó de las salidas del Mono a la zona técnica y este se giró con mirada y gesto amenazante. “Yo no soy Tito. Yo te arranco la cabeza”, fue la reacción del segundo entrenador del Atlético de Madrid. Desde el banquillo madridista, no se volvieron a dirigir al rojiblanco. Ni tan siquiera los que cuidaban de Mou. Sus ayudantes Rui Faria y Silvino Louro, especialistas en el barro, giraron la cabeza.
Contactos con River Plate
Ha sido durante una década el multiusos de Simeone. Se apoyaba en él para vigilar la intensidad de los jugadores, motivarlos, inyectarles carácter, estudiar los puntos débiles del adversario, intimidar… Hasta que parece que ha reventado y decide irse para demostrar y demostrarse que sabe hacer muchas más cosas que el trabajo sucio y oscuro. Es el principio de una nueva aventura que puede empezar en Argentina. Hay contactos con River Plate. Ha tenido reuniones con Enzo Francescoli, su director deportivo. Hay otros equipos, como el Unión Santa Fe, que esperan su decisión.
El cambio lo notará Simeone. Pierde el alma del cuerpo técnico y del vestuario. Todo lo que tiene de grande lo canaliza en una personalidad campechana, agradable y divertida. El Mono Burgos era dentro del Atleti un referente y fuera se le veía como un agitador. Pierden y estarán tristes los aficionados rojiblancos, que le consideraban uno de los suyos y con el que empatizaban desde que llegó al Atleti con Luis Aragonés y se convirtió en un dios con el ascenso de Segunda a Primera División.
El Mono tiene los valores con los que se identifican en el Atleti y hacía gala de ellos en reuniones con peñistas y aficionados. Repetía lemas de Luis Aragonés. Eso de “ganar, ganar y volver a ganar” o “se entrena como se vive”, y ahora en su despedida deja otra frase para los nostálgicos: “Que sigan luchando, no claudiquen y peleen por la vida”. El Mono Burgos dice que necesitaba dar este paso y perseguir sus sueños, a pesar de que con Simeone ha vivido una época mágica, pero a la vez de mucho desgaste. Le quedan 11 partidos de Liga y el sueño de la Champions. El Mundo:Adiós al 'Mono' Burgos: Un riñón sano para Saúl y un "te arranco la cabeza" a 'Mou' CARLOS GUISASOLA Actualizado Jueves, 4 junio 2020 - 08:52
El técnico, que se despide tras ocho años y medio, sumó 13 victorias en los 18 partidos donde debió sustituir al sancionado Simeone.
En ocho años y medio en el Atlético, a Germán Burgos (Mar del Plata, 1969) se le ha visto más gordo o más delgado, como ahora. Con el pelo descuidado o repeinado. Con gafas o sin ellas. Pero siempre susurrando fútbol al oído de Diego Pablo Simeone. Y siempre, también, regalando una sonrisa cuando le preguntan a él sobre fútbol. Con ese mismo gesto de dicha anunciaba ayer, en una entrevista al club, el adiós que se preveía desde hace meses. Sólo que la crisis del Covid-19 alteró en parte sus planes: le hubiera gustado hacerlo cuando el equipo hubiera cerrado el curso y, tal vez, levantando algún trofeo. Y es que hacía tiempo que en su cabeza, recién cumplidos los 51, rondaba la idea de volar solo y abandonar el dulce cobijo de su amigo Simeone: «He almorzado y cenado más con él que con mi familia».
Precisamente el nervio incontenible del Cholo en la banda le ha permitido comandar al Atlético en 18 ocasiones (13 triunfos, tres empates y dos derrotas). La última, el 23 de febrero, frente al Villarreal (3-1), en el Metropolitano. Quién sabe si aún tendrá que hacerlo una última vez en este atípico cierre veraniego de temporada. Su estreno, en el arranque de la temporada 2014/15, llegó en Vallecas, justo después de conquistar la Supercopa de España, donde Simeone fue expulsado por propinar una colleja al cuarto árbitro.
Él dirigió al equipo en el asalto a aquel título en el Calderón, igual que en la final de la Europa League 2018, en Lyon, y la Supercopa de Europa en Tallin. «Es una persona que nos ha dado más de lo que cualquiera pueda imaginar», era el elogio en redes sociales de Fernando Torres, que le conoció como compañero, cuando era sólo un Niño que despegaba, y volvió a encontrarse con él como alumno, durante tres años y medio. "Siempre influyó mucho"
Cuentan en la ciudad deportiva de Majadahonda que, en más de una ocasión, Burgos, responsable de buena parte de los guiños de estrategia que ha mostrado el Atlético, se presentaba de noche, tras un partido, para escudriñar cualquier detalle que pudiera ser útil para el futuro. «Siempre influyó mucho en los cambios durante el juego. Está preparado para entrenar en solitario», sostienen quienes han coincidido con él.
En el Carabanchel recuerdan sus intensos meses como primer entrenador. Llegó a perder 20 kilos, ascendió a Preferente y, al poco de arrancar la siguiente temporada, se marchó porque los resultados no eran los esperados. Allí no olvidan su cronómetro, siempre colgado al cuello como un amuleto, y sus obsesiones, no sólo tácticas. «Cuando ganaba, si había tomado café en un bar, volvía antes del partido siguiente», relataba hace unos meses a este diario Manuel Remedo, Teja, su segundo en el campo de La Mina.
Al Mono Burgos se le recordará en el Atlético por ese contrapunto que ponía al carácter volcánico de Simeone. En esos 18 partidos que ha vivido como jefe circunstancial del vestuario, apenas se le ha escapado algún grito esporádico para corregir a sus jugadores. Todo quedaba anotado en su libreta para, cuando tocara, reajustar tranquilamente las líneas y, si era necesario, modificar el sistema de juego. Porque en cuestiones tácticas y estratégicas, pocos como él. "¿De qué hablas? Usa tu cabeza"
Como norma, siempre ha tratado de transmitir calma y buen rollo. Como en esos entrenamientos en los que alentaba a su manera a Diego Costa o no dejaba de gritar a Tomás. Así ha llamado siempre a Thomas Partey y así se despidió de él en esa entrevista en los medios del club. Aunque un volcán siempre es difícil de taponar. Cómo olvidar aquel grito suyo en el Santiago Bernabéu (2012) a José Mourinho, apenas un año después de aterrizar en el banquillo atlético. «¡Yo no soy Tito, yo te arranco la cabeza!». Palabras que, tras el partido, justificaría con una sencilla sonrisa.
Uno de los jugadores que más agradecido le está es Saúl Ñíguez. Tras dañarse el riñón en Leverkusen, el canterano tuvo que colocarse un catéter. Sin embargo, los dolores condicionaban su juego. Él pensó quitárselo, pero Burgos le borró esa idea: «El doctor dice que estás pensando en arriesgar tu riñón. ¡Tienes 22 años! ¿De qué estás hablando? Usa tu cabeza».
Y así un buen puñado de historias que Germán se lleva ahora a otro lugar, que no tardará en desvelarse. Su vacío tratará de llenarlo Nelson Vivas. «Voy a buscar mi sueño», aseguraba Burgos ilusionado, aunque con la mente puesta en este final de temporada. No quiere marcharse sin una última copa debajo del brazo.
El País

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