Es posible que mi opinión se vea altamente condicionada por esa sobreestima de lo novedoso que han puesto tan de moda ese atajo de opinólogos que en su vida han visto un balón ni de lejos, esos que al igual que algunos nos excitamos viendo a una morena cambiar una
bombilla ellos se excitan recitandose mediocampos como si fuesen
conjuros: Kranevitter, Tielemans, Oliver, Doncic, aaahhhh!! Es muy posible, aviso, por lo que quizás mi opinión, por viciada, no merezca ser tenida demasiado en cuenta. Pero es que vengo leyendo que Correa es un jugador concreto que huye de florituras, y lo primero que le veo hacer es un doble recorte tras rechace de un corner, lo que le acaba costando a su equipo una contra que acaba en gol, y a la siguiente veo al tal Mammana, el nuevo no-sé-quién, que en una sola jugada enlaza, en apenas cinco segundos, tres pecados capitales: regate donde no se debe, pase donde no se debe y caída al suelo cuando no se debe, con resultado de penalty y gol para el rival. En fin, a los futbolistas de veinte años y a los fontaneros de veinte años y a los panaderos de veinte años les une una cosa: que tienen veinte años.
En cuanto a la Argentina selección, me parece que viene desde hace tiempo sufriendo un problema muy wengeriano, y es que todos los futbolistas relevantes que le nacen parecen todos el mismo futbolista. Pequeño, fino, metro setenta, gambeteador, de conducir mirando al suelo, de profesión diez. Y a éste le dan el 9 con la misma alegría que a aquel le dan el 11, e intentan buscar sistemas que les permitan alinearlos a todos a la vez, como el absurdo 5-0-5 que han jugado hoy, un desastre. A ver cómo levantan eso, pinta mal la cosa.