Ayer no estuvimos bien en el primer tiempo no por demérito nuestro, sino por el equipo que teníamos delante. El Atleti anula tanto al contrario que a veces nos olvidamos que los otros equipos juegan. Y si el otro equipo es del potencial del Bayern, y con un trabajo táctico ofensivo como el de este Bayern - con independencia de que sea un entrenador sobrevalorado, es indudable que la variedad táctica ofensiva del iluminado de Sampedor es notable -, pues es normal que se pase muy mal.
Sabían, además, lo que hacían. Fueron ellos los que presionaron nuestra salida de balón, cada vez que intentabamos jugar después de robar, teníamos dos o tres tipos cubriendo al nuestro. Literalmente, fue épico mantenernos en pie en esa primera tiempo. Es como si viene frente a tí un rinoceronte y no tienes oportunidad de esquivarlo. Agárrate al cuerno, métete debajo, súbete a su chepa o haz lo que quieras, pero no intentes lucirte porque lo único que debes intentar es sobrevivir.
Después, la entrada de Carrasco, como habéis dicho todos, y un pequeño descenso físico del Bayern, nos permitieron salir adelante. Eso y los inmensos cojones del Cholo, que al final, y sin quitar ningún mérito a nuestros jugadores, que son auténticos héroes, es el que mantiene en pie el cotarro en todo momento, en toda ocasión, en lo fácil y en lo difícil, él es el escudo. Yo también ví algo de teatralidad en su "enfrentamiento" con el banquillo (veáse al Mono descojonándose en el momento). Es una muy clásica del jugador vivo, listo y que sabe leer los tiempos del partido, con la salvedad de que el Cholo ya no es jugador, y aún así la hace y funciona. Es algo sobrenatural.
Lo de ayer fue más que un partido de fútbol. Fue el mayor ejercicio de fé que he visto en un terreno de juego. No fue un Atleti brillante, fue sólo un Atleti muy bueno. Ni fue nuestro peor día ni fue nuestro mejor día. Pero fue un día de fé. La de los jugadores y la de todos nosotros, si no, todavía no me explico que estemos en la final.