Siempre tuvo una potencia enorme. De su etapa en el Rayo, no obstante, me sorprendió la convicción con que empezó a desplazarse a las bandas y encarar al defensa. ¿Habrá sido Sandoval quien le mostrara cómo podría él sacar partido a esa posición? No encara como Navas, claro, mostrando el balón y regateando de cintura hacia la línea de fondo sino buscando al rival, yendo hacia él de frente, arrollador. Quien haya jugado de lateral sabe lo difícil que es parar a un tipo así. Por otra parte, es capaz de quebrar en seco yendo en carrera midiendo casi uno noventa. Ahora, además, ha mejorado en la utilización de su cuerpo en los saltos y en el golpeo de cabeza y va adquiriendo la calidad técnica y el aplomo necesarios para bajar el balón entre contrarios y jugarlo a un compañero de segunda línea. Si no me equivoco, apunta también alguna habilidad para, sobre todo en los contragolpes, prodigarse con acierto en eso que se llama último pase. Simeone sabrá qué hacer para afinarla, definirla, darle cauce.
Tiene veinticuatro años recién cumplidos. Se ve que en algún momento de su convalecencia decidió ir a por todas en el fútbol y la verdad es que nadie, ni mucho menos él mismo, sabe hasta dónde puede llegar. No le veo defecto -un cierto atropello de cara al gol, un ingenuo énfasis de maldito, un desconocimiento de sus límites propio de quien acaba de decidir qué ser- que no pueda eliminarse con el tiempo y el trabajo.