LONDRES.- A cuatro jornadas del final de la Liga y sin reponerse del golpe sufrido en Anfield en la "Champions", el francés Arsene Wenger, un técnico paciente, sufrido y disciplinado, afrontó otro calvario futbolístico en Old Trafford, donde, otro año más, se le escapó la temporada.
Ya van tres campañas encadenadas en las que los pupilos aventajados del técnico de Estrasburgo no logran poner la guinda a los torneos. O lo que es lo mismo: no logran trofeos.
Fútbol vistoso y elegante, jugadores jóvenes, estrellas en proceso de elaboración -sin ir más lejos, el español Cesc Fábregas-, y a día de hoy, una de las plantillas con más estilo de la Premier. Y sin embargo, en la misma semana han dicho adiós a la Liga y a la Liga de Campeones.
Roto el sueño europeo de Wenger, su única esperanza de salvar la campaña se evaporó entre el griterío de Old Trafford. Hasta Alex Ferguson tuvo que admitir que el Arsenal fue el mejor rival. Y viniendo de un técnico poco dado a dorar la píldora y mucho menos a repartir elogios, dice mucho.
En un alarde de compañerismo y, quizá, de solidaridad, ambos técnicos protagonizaron en el 'Teatro de los Sueños', una escena poco habitual en la Liga inglesa, cuando el escocés se acercó a abrazar a su colega galo al término del encuentro. Hubo, incluso, una leve palmadita en la espalda acompañando el gesto. Una bonita instantánea que recogen religiosamente los rotativos británicos con los consiguientes comentarios. Los 'gunners' arrancaron con un fútbol de película. Dominio absoluto. Todo era sofisticación y control para los aplicados pupilos de 'El Profesor'. Una acción del togolés Emmanuel Adebayor les puso por delante y por momentos neutralizaron la siempre peligrosa presencia del portugués Cristiano Ronaldo.
Todo como la seda hasta que un penalti absurdo del capitán francés del Arsenal, William Gallas, viró la fortuna y les costó el empate. A partir de ahí, se agudizó el calvario de Wenger. Un certero centro de Owen Hargreaves remataba la victoria del United y cualquier atisbo minúsculo de esperanza para el técnico francés.
Aún así, el Arsenal puede presumir de haber sido el único conjunto de la Premier que ha logrado apretar las tuercas al cuadro de Ferguson en Old Trafford. Raramente se ha visto al Manchester tan abrumado en su propio estadio como lo estuvo en la primera mitad.
Y quizá por eso, evaporado el último sueño de Wenger, el escocés se acercó a su colega para abrazarlo y mostrar su "admiración" hacia los logros del galo. Un momento "casi fraternal", que puso en el olvido la acritud de años pasados.
Cierto es que el once de Londres ha sido el denominador común de dos de los mejores partidos vistos hasta la fecha en Inglaterra en lo que va de temporada y en el espacio de cinco días -junto con la segunda eliminatoria de cuartos de final de Champions disputada en Anfield contra el Liverpool-.
Con 3 títulos de Liga (1998, 2002 y 2004) y cuatro Copas en su palmarés (1998, 2002, 2003 y 2005) desde que recaló en este club en 1996, Wenger no ha sabido este año poner un punto y final a la época de sequía que atraviesa su equipo.
El Liverpool de Rafa Benítez hizo trizas su gran obsesión de ganar la Copa de Europa y volcado en remontar peldaños en la Premier, el galo ha tenido que tragarse otra píldora indigesta. Generalmente de mal perder, en esta ocasión asegura que se va con la sensación de que sus jugadores han contribuido enormemente al torneo. Y no le falta razón.
"No tenemos la impresión de que nos separe tanto del United y del Chelsea cuando se trata de técnica y calidad, así que se hace difícil asumir que ya no vamos a ganar el título, pero creo que el equipo ha hecho muchísimo por la Premier este año", admitió el francés.
Machacado por el destino, Inglaterra continúa reconociéndole su mérito y los diarios británicos no escatiman en elogios, merecidos, hacia el derroche de calidad desplegado a raudales por este Arsenal, diseño exclusivo de la paciencia y la visión de Wenger.