Ya se sabe que el que paga (o paga más) manda (o manda más).
Pero en este país, el paga, aplasta. Véase, si no, la diferencia en los horarios de la Premier y la Serie A, por un lado, y la Liga BBVA, por otro.
Así andamos, en consecuencia, los aficionados desde que nuestros ingresos directos por taquilla representan una parte menor, comparada con la que generamos vía TV, de los presupuestos de los clubs: aplastados por unos horarios que hacen casi imposible ir al fútbol, a poco importante que sea tu equipo y tenga una buena cuota de pantalla.
¿No sería ya hora de que esas emergentes asociaciones de hinchas heterodoxos intentaran tomar cartas en este asunto? No menciono siquiera a las peñas y sus asociaciones, porque sería como echar mano de un asno para intentar atravesar el Atlántico sobre sus lomos.