Lo de ayer fue gravísimo. Lo que debieran haber hecho tanto Casquero como Albín era presentar una denuncia en un juzgado una vez acabado el partido. Han sido agredidos cuando estaban desempeñando su trabajo, sin mediar provocación.
En una competición seria y profesional, tipo NBA, de inmediato al tal Pepe se le habría suspendido por lo que queda de temporada, a esperas de decidir un castigo ejemplar. Pero como aquí la LFP está en manos de dos clubes, los cuales adulteran cualquier tipo de competición harán la vista gorda. Y a vender periódicos y hacer dinero, que son dos días.
Un tipo así no puede seguir jugando. Primero le pega una patada en la pierna tras haberlo empujado. Luego le da una patada en la espalda que si le coje la cabeza lo deja en el sitio. Luego lo quiere rematar con un cobarde pisotón mientras lo insulta. Despues le pega un puñetazo brutal a Albín sin mediar palabra. Se va insultando gravemente al arbitro y jugadores del Getafe. Y para rematar estando expulsado sale a celebrar el último gol de su equipo.
Un tipo que quería ganar al precio que fuera. Ni locura transitoria, ni enajenación mental: un violento y un marrullero.
Si el Trampas fuese ese club señor y generoso del que presumen, de inmediato al tal Pepe lo hubiesen apartado del equipo y puesto una multa tan brutal como sus agresiones. Acto seguido se le hubiese declarado trasferible y vendido al mejor postor.
Pero cómo ahora el Trampas ya no es el niño mimado del poder, ya que tiene que compartir sus favores con el Barcelona, es más difícil ser caballeroso y señor.
Pero, ¿porqué tanta agresividad en un vulgar partido de fútbol?
Mucho de ello viene de los parásitos juntaletras que viven del enorme negocio que es el real madrid. Tipos como Duro, Siro López, R. Gómez o Roncero por citar a los que más ruido provocan, viven a cuerpo de rey de un equipo de fútbol. Están envenenando el fútbol con sus mentiras, manipulaciones, desprecios y provocaciones. Todo ello desde una postura autoritaria, prepotente y agresiva que incita al odio del impune que se sabe poderoso.
Lo más triste es que estos chupatintas tienen batantes seguidores y han hecho de la polémica su principal activo. No es normal que programas tan deleznables como los nocturnos de Intereconomía y Veo TV, estén siquera en pantalla.
Después la gente y los propios jugadores se creen las falacias de esta gentuza y salen convencidos de que ellos son los elegidos y una raza superior cuando se enfundan la camiseta del Trampas.
A este paso los Ultra Sur serán considerados unos tranquilos caballeros del fútbol en lugar de unos radicales intransigentes. El relevo lo han cogido los periodistas.