Una estúpida manera de magnificar algo que, por sabido y en consecuencia esperado, no iba a tener mayor trascendencia.
Además, el fútbol es una estupenda manera de integrar de facto la nación-estado. Porque como ha dicho alguien por ahí, todos encantados de jugar la final de la Copa del Rey, y los vencedores de celebrar su conquista y agrandar su historial. ¿Habrían celebrado igual la conquista de la Copa de la Generalitat o de la Eusko Kopa?
Por cierto, me alegro de la victoria del Barça. Estaba hasta los huevos de la semanita de dar lustre al chauvinismo bilbaíno. No me voy a descojonar ni nada de mis amigos del Bocho dentro de 10 días, cuando vaya a San Mamés a ver a nuestros inútiles.
Ahora, entramos en el mes de Florentino. Lo agradecerán Rajoy y Zapatero.