Con permiso del Nobel, reproduzco aquí los últimos párrafos, sencillamente geniales y la única verdad.
"Estos días calla
el aficionado que pregunta sandeces con media sonrisilla intencionada; no será empero por mucho tiempo, ya que,
conociéndoles, en breve hablará de fichajes, de chequeras, de en el fondo me alegro porque lo importante
es que gane un equipo de Madrid y otras zarandajas bien conocidas por estos
lares. Mientras tanto, el que haga esa pregunta con buena intención quizás
encuentre estos días algunas respuestas. Quizás viendo el partido del viernes
17 de Mayo de 2013, desde ahora festividad de San Diego Pablo, patrón del
Resurgimiento Deportivo y Capilar, a
algunos le quede claro por qué somos del equipo que somos y por qué no
podríamos ser de otro.
Aquellos que no
sepan de qué va esto y que hayan visto la final quizás se expliquen por qué
somos precisamente de ese equipo rojo y blanco que lleva a un fondo 35.000
personas que creen ciegamente que va a pasar lo contrario de lo que piensa el
resto de la Humanidad. De ese equipo cuyos seguidores no sólo creen en aquello
que a todos les parece una locura, sino que lo demuestran cantando durante 120
minutos sin descanso sin que nadie tenga que decirles qué hacer, sin necesitar un
speaker que caliente la velada, sin más razón que la obligación auto-impuesta
de ser parte de lo que va a ocurrir. Del equipo de los que se dejan los ahorros
y la garganta por algo en lo que la mayoría cuerda nunca arriesgaría, por algo
que la masa nunca haría, por una apuesta para la que nadie en su sano juicio pondría un duro. Del
equipo cuya afición va al estadio a ayudar a los que les representan en el césped,
a pasar juntos el trago si la cosa sale mal y a recordar, homenajear y no
fallar a los que se fueron sin haber visto el partido que les habría hecho un
poco más felices antes de dejarnos solos, acordándose de ellos cada minuto de
la celebración. Del equipo cuya afición
haría exactamente lo mismo otras mil veces aunque las 999 anteriores se hubiera
perdido, qué más dará eso en el fondo.
Y, si con eso no le
basta, quizás les valga con mirar a una grada y a otra justo al final del
partido. Aquél que no sepa nada probablemente entienda por qué somos del Atleti
viendo una grada totalmente llena, la misma grada que tantas otras veces permaneció
igual de llena y ruidosa a pesar de que el partido terminó con derrota, justo
enfrente de otra grada vergonzosamente vacía a los cinco minutos de acabar una
final. Y, en caso de que no entienda aún por qué somos de este equipo rojo y
blanco que tantísimas alegrías nos lleva dando desde que nacimos, lo que le
quedará meridianamente claro es por qué no somos, ni seremos, ni podríamos ser nunca
del otro. "