Pobrecilla. La muchacha estaba allí cogiendo sitio para ser la primera en entrevistar al nuevo novio de Belén Esteban, que se rumoreaba que llegaba en otro vuelo, y se ha encontrado con Luis, y ha cogido el teléfono y ha llamado a redacción. Ponme con deportes.
- Oye, que está aquí el señor mayor ese del fútbol.
-¿Qué señor mayor? ¿Galliani?
- No, este otro... cómo se llama... ¡el de Raúl!
- Ah, Luis Aragonés. Pues pregúntale por su destitución.
Y se ha acercado con la alcachofa, sin la menor educación, sin presentarse, que es lo que se lleva en su sector laboral, y el abuelo, que ya no necesita quedar bien con nadie, a quien se la sopla lo que opinen al respecto el Carreño, el Luque, el Lama o tú, la ha contestado a su manera. ¿Que
me asaltas sin pedir permiso? ¿Que vas a frivolizar con que me haya quedado sin trabajo? Pues vete a cagar, imbécil. Y ahora que aprovechen los buitres para lucir su corporativismo de lunes, miércoles y viernes y su particular visión de la ley del embudo, que a Luis no le puede dar más igual. Tan a gusto que se ha quedado el hombre.