PUBLICIDAD SUBLIMINAL
Dícese de aquella manera de
presentar al público un producto, de forma tan breve y sutilmente
rápida, que no es percibida conscientemente por el consumidor. Que el
oyente, o visualizante, pierde el culete por hacerse con esa “marca” o
“consigna”, sin saber muy bien las razones que le mueven a ello.
En
casos prácticos, se habla sobre aquél metraje de cine, a finales de los
50, en los que se implantaba un fotograma o dos, con la supuesta imagen
de una coca-cola. Suponía un truco fugaz, pues teniendo en cuenta que
un segundo de película se compone de 24 fotogramas, apenas aquél
anuncio ocupaba unas milésimas de segundo. Lo suficiente, dicen, para
que la gente corriera más de lo habitual en el descanso al barecito
interno de turno, y los índices de venta de la coca-cola subieran un
buen tanto por ciento sobre la media.
Ayer,
durante un pasaje banal en radio marca, y al hilo de una conversación
entre un tal roberto gómez y su jefe, apareció de puntillas el apellido
cerezo. En realidad, no se hablaba de lleno sobre el Atleti; suponía
una de esas conversaciones que allí deben de ser muy proclives entre
asadores, gañotes, bodegueros y demás rutas del colesterol que, como
todos sabemos, tienen una conexión metafísica con el Deporte. El caso
es que, el apellidado caridad (que no lleva de nombre “ay”, y por tanto
no es ninguna composición de M. Escobar), se soltó con un “cerezo, ¡qué
gran presidente!”. Puntos suspensivos. Fíjense que no dijo “qué gran
persona”; porque uno sabe de buena tinta que existen delincuentes que,
contra lo que puedan parecer o ciertas circunstancias de su vida, son
grandes personas. O “qué gran persona”, pues paga religiosamente los
convites de mantel y colcha (de siesta), los puros estratosféricos, nos
da una vueltecita por la tele o por su yate amorrao a la Costa de
Yupilandia. No, no dijo “qué gran persona”. Se atrevió con un “¡qué
gran presidente!”. Puntos suspensivos, pero que te rilas.
Su
“gran presidente”, lleva desde el 2002 subido al trono. Todos sabemos
que se le ve la mano que le mueve la boca pero, aceptamos marioneta
como personaje animado. En todos estos años su palmarés, por el que se
suele juzgar estas cosillas, se resume en:
Al
primer año de su “mandato”, 12º. Al segundo, 7º. Al tercero, no
resucitó: 11º. Al cuarto, creciente: 10º. Y este último, 7º; ¡aleluya!,
UEFA por fin, vía Intertoto. Títulos, esta intertoto y me parece que un
hellboy. Deuda acumulada, más X. Último patrimonio, NUESTRA Casa,
pulida. Por un mar de interrogantes liados en protocolo. Cooperador
necesario para un delito de estafa, según denominación de origen del
Tribunal Supremo (sentencia del 2003). Guía espiritual del atletista de
a pie y nube, con frases al uso como “debemos de estar orgullosos todos
los atléticos de haber vendido nuestra estrella a un gran club”. Tras
un ''Nosotros no vendemos, compramos''. O “baja tú, hijodepuita, y mete
los goles con los cuernos”. Una muy mística: "Queremos dejar constancia
de que los resultados deportivos, favorables o no, no nos desviarán de
los objetivos marcados”. "Da igual si pierdes po un gol que por seis".
"Si no viene Rosicky vendrá otro mejor"...
Así
es que, señor caridad, ten compasión. Publicidad subliminal, no. Y si
es mentira, menos. Las cuentas que le deba usté a ese caballero, las
pague en los ecosistemas que le correspondan. Fuera de la información
veraz e imparcial que promulgan.
SIEMPRE LOBOS.-