Lo ha vuelto a hacer. El
Atlético condujo la explosión de alegría de la afición en los instantes
finales del choque contra el Sevilla hacia una espectacular decepción
en la ida de los octavos de Copa. Otro bofetón a una hinchada inmersa
en una montaña rusa de emociones permanente que puede acabar vomitando
de tanto y tanto meneo. El 3-0 complica muchísimo la que era, y sigue
siendo, la vía más factible para regresar a Europa. Eso sí, en esta
ocasión con la inestimable 'ayuda' de un colegiado, González González,
que no lo pudo hacer peor y siempre contra al Atleti. Lo dejó
injustamente con diez pronto, señaló un forzado penalti en contra y
midió de manera diferente las cartulinas, obviando acciones del Recre
que deberían haber puesto el equilibrio numérico en el campo. En fin,
otro capítulo más del desmadre arbitral de la mejor Liga del mundo
Y aunque los desmanes del colegiado marcaran el devenir del choque,
lo que ofreció el Atleti fue poco. Algo con los mismos hombres en la
batalla, algo menos cuando el desequilibrio favorecía al Recre. Un
equipo con novedades en el que cada uno parecía decidido a hacer la
guerra por su cuenta, sobre todo en las posiciones más avanzadas.
Distancias kilométricas entre líneas que hacían más sencillo el trabajo
de un equipo, el onubense, con muchos 'no titulares' e inmerso en una
crisis de victorias hasta que llegó el Atleti al Colombino. Los de
Quique tendrán que recurrir a la épica para darle la vuelta a la
tortilla. Y lo tendrán que hacer con jugadores nuevos, con los que se
vio ayer no se va a ningún sitio, y con árbitro nuevo
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